El Sueño de Pespín


Había una vez en el fondo del mar, un pequeño pez araña llamado Pespín que soñaba con ser tan rápido como un tiburón tortuga.

Todos los días observaba a Nata, la tiburón tortuga más veloz de todos los mares, nadando con gracia y rapidez entre las algas y los corales. Un día, decidido a seguir su sueño, Pespín decidió perseguir a Nata para aprender sus secretos de velocidad.

Nadando detrás de ella, se acercó lo suficiente como para escucharla hablar consigo misma. "-¡Soy la tiburón tortuga más rápida de todas! ¡Nada puede detenerme!", exclamaba Nata con orgullo mientras daba vueltas en círculos.

Pespín quedó impresionado por la confianza de Nata y decidió acercarse aún más para preguntarle cómo lograba ser tan veloz. Pero justo cuando iba a abrir la boca, una gran sombra apareció detrás de ellos.

Era el temible Tiburón Martillo, conocido por su mal genio y su afición por asustar a los animales marinos más débiles. Al ver a Pespín persiguiendo a Nata, el Tiburón Martillo soltó una carcajada amenazante.

"-¿Qué crees que estás haciendo, pequeño pez araña? ¡No tienes ninguna posibilidad contra la rápida Nata!", rugió el Tiburón Martillo con voz grave. Pero antes de que pudiera hacer algo, Nata se interpuso entre Pespín y el Tiburón Martillo. "-Déjalo en paz, Tiburón Martillo. Pespín solo quiere aprender de mí", dijo Nata con valentía.

El Tiburón Martillo gruñó molesto pero finalmente se alejó nadando hacia lo profundo del océano.

Nata miró a Pespín con ternura y le explicó pacientemente que la clave para ser rápido no era solo tener fuerza o tamaño, sino también saber controlar tu mente y tus emociones. "-Debes mantenerte enfocado en tu objetivo sin dejar que nada ni nadie te distraiga. La verdadera velocidad viene del equilibrio entre tu cuerpo y tu mente", le enseñó Nata sabiamente.

Pespín asintió comprendiendo las palabras de Nata y decidió poner en práctica sus consejos. Durante días practicaron juntos: nadaban entre los arrecifes esquivando obstáculos imaginarios y mejorando la resistencia física y mental de Pespín.

Finalmente llegó el día en que Pespín estaba listo para demostrar todo lo aprendido. Ellos participaron en una carrera organizada por los peces del arrecife donde debían llegar hasta un antiguo barco hundido al otro lado del coral.

La competencia fue reñida pero al final fue Pespín quien tocó primero el barco hundido seguido muy de cerca por Nata. Los demás peces celebraron emocionados mientras ambos ganadores se felicitaban mutuamente. "-¡Lo lograste, Pespín! Eres más rápido de lo que creías", dijo Nata sonriente.

Desde ese día, Paspán nunca dejó de entrenar duro para mejorar su velocidad cada vez más; siempre recordando las enseñanzas sabias de su amiga tiburona tortuga: "La verdadera velocidad viene del equilibrio entre tu cuerpo y tu mente".

Y así fue como el pequeño pez araña llamado Pespin aprendió que no importa cuán grande seas o qué tan imposible parezca tu sueño; si trabajas duro con determinación y mantienes la calma ante las adversidades podrás alcanzar cualquier meta que te propongas en la vida submarina.

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