El Sueño de Rocco



Era una tarde de verano, y en la pequeña localidad de Villa Alegre, todos los niños estaban disfrutando del sol. Rocco, un niño de seis años lleno de energía y curiosidad, había estado jugando al fútbol con sus amigos todo el día. Sin embargo, su madre, Julia, insistió en que era hora de la siesta.

- “Rocco, vení, es hora de descansar un rato. Después podemos ir al parque.” - le dijo Julia, con una sonrisa en el rostro.

- “Pero mamá, no tengo sueño. ¡Quiero seguir jugando! ” - respondió Rocco, saltando de alegría.

Julia suspiró, conociendo bien cómo se sentía su hijo. Pero Rocco estaba tan emocionado que decidió saltarse la siesta. Pasadas unas horas más, el cansancio lo llevó a jugar aún más rápido, hasta que empezó a notar cómo su energía se esfumaba.

- “Mirá, Rocco, es tarde. Si no te tomás una siesta, después no vas a poder jugar al parque.” - dijo su amigo Lucas.

- “Pff, no pasa nada. ¡Esos son cuentos! Yo soy Rocco, el campeón.” - replicó, riéndose mientras corría.

Esa tarde, la madre de Rocco lo llevó al parque. Mientras sus amigos jugaban, él se sentó en una banca, viendo cómo el sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas. Sus ojos se cerraron lentamente, y en un parpadeo se quedó dormido. En su sueño, vivió una aventura increíble.

Rocco se encontraba en un bosque mágico, donde los árboles hablaban y las flores danzaban con el viento. Allí, conoció a un pequeño dragón llamado Fuego, que estaba triste porque no podía volar.

- “¿Por qué no podés volar, amigo? ” - le preguntó Rocco.

- “Porque nunca he dormido lo suficiente. Siempre estoy cansado y eso me hace sentir pesado.” - respondió Fuego, con un suspiro.

Rocco recordó que, al no dormir su siesta, sentía exactamente lo mismo. De repente, tuvo una idea.

- “Yo sé qué te puede ayudar. ¡Vamos a descansar un rato! ” - propuso Rocco. Fuego movió su cabeza, intrigado.

- “¿Descansar? ¿Cómo? Soy un dragón y debería estar volando.”

- “Claro, pero para volar alto, primero tenés que dormir bien. Vení, cerremos los ojos juntos.”

Y así lo hicieron. Rocco y Fuego se acurrucaron bajo un árbol gigante, el cual, al notar su cansancio, empezó a contarles un cuento suave y melodioso. En cuestión de minutos, ambos se quedaron dormidos, y en el mundo de los sueños, Rocco se sintió más ligero y libre.

Sin embargo, no todo era tan sencillo. Mientras dormían, un monstruo travieso llamado Nimbus apareció, aprovechando que ambos estaban en el mundo de los sueños.

- “¡Ja ja ja! Ahora que están dormidos, ¡haré lo que quiera en este bosque! ” - rió Nimbus, desatando su caos en la tranquilidad del lugar.

Rocco, que podía escuchar la algarabía incluso en su sueño, despertó bruscamente.

- “¡Fuego, despertá! ¡Algo raro pasa! ”

- “¡¿Qué está sucediendo? ! ¿Por qué me despertaste? ! ” - preguntó Fuego, asustado.

Rocco, sintiendo su responsabilidad como héroe, decidió que debían detener a Nimbus.

- “¡Tenemos que hacer que vuelva a dormir! Solo así podrá dejar de causar problemas.” - dijo con determinación.

- “Pero, ¿cómo hacemos eso? ” - cuestionó Fuego.

- “Vamos a darle una sorpresa mientras duerme.” - propuso Rocco, riéndose.

Rocco y Fuego se unieron a las flores que danzaban, y juntos comenzaron a construir una cama de pétalos que olía a dulces sueños. El aroma atrajo a Nimbus, que no pudo resistirse.

- “¡Wow! ¡Esto huele increíble! ” - dijo el monstruo curioso, acercándose.

Y así, cuando Nimbus se puso cómodo sobre la cama de pétalos, se quedó dormido al instante. Los árboles comenzaron a susurrar, y el bosque volvió a la calma.

- “¡Lo hicimos! ” - gritó Rocco, feliz.

- “¡Eres un genio, amigo! ” - exclamó Fuego, levantando el vuelo por primera vez.

De repente, Rocco se dio cuenta de que estaba despertándose de su sueño. Al abrir los ojos, se encontró de nuevo en el parque, con el sol bajo y sus amigos justo al lado.

- “¿Dónde estuviste, Rocco? Te llamamos pero no despertabas.” - le dijo Julia, preocupada.

- “Tuve una aventura increíble con un dragón y un monstruo. ¡Fue genial! Pero ahora entiendo... ¡necesito descansar! ” - exclamó Rocco, con una sonrisa satisfecha.

Últimamente, Rocco aprendió que aunque era divertido jugar sin parar, era aún más divertido después de un buen descanso. Desde ese día, decidió que cada siesta sería una nueva oportunidad para soñar y cargarse de energía para sus siguientes aventuras.

Y así, Villa Alegre continuó siendo un lugar mágico, donde cada siesta era un viaje por descubrir.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!