El sueño de Roma
En una pequeña aldea rodeada de verdes montañas, vivía un niño llamado Roma. Desde muy pequeño, Roma tenía claro lo que quería ser cuando creciera: maestro y pedagogo. Le encantaba observar a sus maestros enseñando, siempre con una sonrisa en el rostro, y soñaba con poder hacer lo mismo algún día. Sin embargo, en su aldea no había una escuela y mucho menos alguien que le enseñara a ser pedagogo. En cambio, Roma pasaba sus días jugando entre los árboles y creando historias con sus amigos. Un día, mientras exploraba el bosque, Roma encontró una vieja pizarra abandonada. Con emoción, la limpió con su camisa y la llevó a su hogar.
Después de convencer a sus padres, Roma decidió convertir su patio en su propia pequeña escuela, con la pizarra como su principal herramienta. Invitó a todos los niños de la aldea a unirse a él para aprender juntos. Al principio, solo unos pocos se animaron, pero con el tiempo, su entusiasmo y dedicación atrajeron a más niños. Roma les enseñaba matemáticas, lectura, escritura y también les contaba cuentos que él mismo inventaba.
Un día, la noticia de la escuela de Roma llegó a oídos de la alcaldesa del pueblo. Impresionada por la iniciativa del niño, decidió ayudarlo a convertir su patio en una verdadera escuela. La alcaldesa buscó maestros dispuestos a enseñar en la nueva escuela y también organizó donaciones de libros y materiales escolares. Roma no podía creerlo, su sueño de ser maestro y pedagogo se estaba haciendo realidad. Con el apoyo de todos, la escuela prosperó y Roma se convirtió en un verdadero pedagogo, enseñando con amor y dedicación a todos los niños de la aldea.
Y así, Roma demostró que con determinación, pasión y el apoyo de los demás, los sueños más grandes pueden hacerse realidad, incluso en la más pequeña de las aldeas.
FIN.