El sueño de Roman
Roman era un niño de 8 años al que le apasionaba el fútbol. Desde que era pequeño, su papá lo llevaba a ver los partidos del equipo local y juntos disfrutaban de cada gol y cada jugada emocionante.
Un día, Roman decidió que quería ser como sus ídolos futbolistas y empezó a entrenar todos los días en el parque cerca de su casa.
A veces iba solo, pero otras veces se unía a otros niños para jugar partidos improvisados. Un sábado por la mañana, mientras jugaba en el parque con algunos amigos, se acercó un hombre desconocido y les preguntó si querían participar en un torneo de fútbol infantil que se llevaría a cabo en unas semanas.
Los ojos de Roman brillaron con emoción al escuchar esto. "¡Claro que sí! ¡Nos encantaría!"- respondió él sin dudarlo. El hombre les entregó una hoja con la información del torneo y se despidió amablemente.
Roman no podía dejar de pensar en ese torneo durante todo el fin de semana. Pasaba horas practicando tiros libres y penales imaginarios en su habitación, soñando con levantar la copa del campeonato.
Sin embargo, cuando llegó el día del torneo, las cosas no salieron como esperaban. El equipo contrario era muy fuerte y no les dejaba espacio para moverse libremente por la cancha.
Además, uno de los compañeros de Roman se lesionó temprano en el partido y tuvieron que jugar con uno menos durante gran parte del encuentro. A pesar de estos obstáculos, Roman no perdió la fe ni la pasión por el juego. Siguió corriendo, haciendo pases y tiros al arco con todas sus fuerzas.
Y aunque su equipo perdió ese partido, Roman se sintió orgulloso de haber dado lo mejor de sí mismo. "No importa si ganamos o perdemos, lo importante es que juguemos con todo nuestro corazón"- les dijo a sus amigos después del partido.
Esa actitud positiva y perseverante de Roman no pasó desapercibida para los entrenadores que estaban observando el torneo.
Uno de ellos se acercó a él al final del día y le ofreció un lugar en las pruebas para ingresar a la escuela de fútbol local. "¡Sí! ¡Claro que quiero!"- exclamó Roman emocionado. A partir de ese momento, Roman comenzó una nueva etapa en su vida futbolística.
Entrenaba todos los días junto a otros niños apasionados como él y aprendía nuevas técnicas y estrategias para mejorar su juego. Además, tuvo la oportunidad de participar en más torneos y partidos importantes, donde demostraba cada vez más habilidad y determinación.
Con el tiempo, Roman se convirtió en uno de los mejores jugadores de su escuela de fútbol e incluso fue seleccionado para formar parte del equipo representativo del municipio. Siempre recordaba aquel primer torneo infantil donde aprendió la importancia del esfuerzo y la perseverancia ante cualquier adversidad.
"Nunca pierdas la pasión ni la fe en tus sueños" -le decía siempre su papá-. "Y recuerda que el verdadero éxito no está solo en ganar, sino también en dar lo mejor que puedas cada vez que juegues".
Roman sabía que su papá tenía razón y por eso seguía jugando al fútbol con todo su corazón, disfrutando cada momento de este maravilloso deporte.
FIN.