El sueño de Rubén
Había una vez un niño llamado Rubén que vivía en un pequeño pueblo. Rubén era apasionado por el fútbol y soñaba con convertirse en el mejor jugador de su equipo.
Sin embargo, había un problema: Rubén no tenía mucha confianza en sí mismo. Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, Rubén se encontró con cuatro niños jugando al fútbol: Miguel, Ángel, Adán y Mario.
Ellos eran los mejores jugadores del equipo local y siempre ganaban todos los partidos. Rubén se acercó tímidamente y les preguntó si podía jugar con ellos. Los chicos se miraron entre sí y luego le dijeron:"Claro que puedes jugar, pero solo si eres lo suficientemente bueno".
Rubén aceptó el desafío sin pensarlo dos veces. Se puso sus botines de fútbol y se unió al juego. Al principio, las cosas no iban muy bien para Rubén.
Parecía tropezarse con la pelota todo el tiempo y no lograba hacer ningún gol. Los demás chicos comenzaron a reírse de él. "¡Eres terrible! ¡No sabes ni cómo parar la pelota!", le decían burlándose. Pero Rubén no se rindió. Siguió practicando duro todos los días después de la escuela.
Pasaba horas pateando la pelota contra la pared e intentando mejorar sus habilidades. Un mes después, volvió a encontrarse con Miguel, Ángel, Adán y Mario en el parque.
Esta vez estaba decidido a demostrarles que podía ser tan bueno como ellos. El juego comenzó y Rubén sorprendió a todos. Sus movimientos eran rápidos y precisos, sus pases eran perfectos y logró marcar varios goles. Los chicos no podían creer lo que veían.
"¡Rubén, eres increíble!", exclamaron admirados. A partir de ese día, Rubén se convirtió en el jugador estrella del equipo. Su confianza había crecido tanto que incluso fue invitado a participar en un torneo regional.
El día del torneo llegó y los chicos estaban muy emocionados. Rubén estaba nervioso pero sabía que tenía el apoyo de su equipo. Durante todo el partido, demostró su talento y ayudó a su equipo a ganar el primer lugar.
Cuando recibieron la copa del campeonato, Rubén miró a Miguel, Ángel, Adán y Mario con gratitud. "Gracias por darme la oportunidad de jugar con ustedes", les dijo con una sonrisa.
Los chicos se abrazaron emocionados y le dijeron:"Rubén, nos enseñaste que nunca hay que rendirse y siempre hay que creer en uno mismo". Desde aquel día, Rubén se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo. Les enseñaba que si trabajaban duro y tenían confianza en sí mismos, podrían alcanzar cualquier sueño que tuvieran.
Y así fue como Rubén fútbol Miguel Ángel Adán Mario se convirtió en una historia inspiradora para todos los niños del pueblo.
FIN.