El sueño de Sayuri




Sayuri era una niña muy especial. Desde pequeña, había luchado con una condición que le impedía hacer muchas cosas que otros niños hacían normalmente.

Ella tenía asma crónica, lo que significaba que su respiración se dificultaba mucho, y esto le limitaba en sus actividades diarias. No podía correr, ni jugar demasiado, y hasta tenía problemas para hacer cosas simples como abrir la nevera.

Su vida parecía estar llena de obstáculos, y aunque su familia y amigos la amaban, Sayuri se sentía triste por todas las cosas que se estaba perdiendo. Un verdadero desafío le esperaba. Un día en que se sentía un poco mejor, decidió ir a patinar al parque.

Era un día soleado y la brisa fresca le hacía sentirse libre. Mientras se deslizaba por la pista, vio a un chico que parecía no quedarse quieto ni un segundo. Se acercó a ella con una sonrisa tan grande que casi tocaba sus oídos.

'¡Hola! ¡Soy Mateo! ¡Y tú, ¿cómo te llamas?' le preguntó el chico moviendo sus manos de un lado a otro. 'Soy Sayuri', respondió ella tímidamente. Mateo era un torbellino de alegría y energía. Su imaginación no tenía límites, y siempre estaba planeando aventuras locas y emocionantes.

A pesar de sus diferencias, Mateo y Sayuri se hicieron muy buenos amigos. Mateo la ayudaba a distraerse y a no pensar siempre en su asma. Ella le contaba sus miedos y frustraciones, y juntos encontraban maneras creativas de divertirse.

Un día, Mateo le propuso a Sayuri que fueran a un lugar especial donde él creía que podía ayudarla a sentirse mejor.

'¡Vamos a la cima de la colina más alta del parque y te mostraré algo increíble!', exclamó Mateo con entusiasmo. Sayuri, un poco incrédula pero emocionada, asintió. Se dirigieron hacia la colina, y Sayuri, a pesar de su asma, logró llegar gracias a la motivación de su amigo.

Una vez en la cima, Mateo le pidió cerrar los ojos y contar hasta diez. Cuando Sayuri los abrió, vio el cielo estrellado más hermoso que jamás había imaginado. Las estrellas titilaban en el firmamento como pequeñas lucecitas mágicas. Sayuri sintió que su corazón se llenaba de emoción y felicidad.

'¡Es increíble, Mateo! ¡Gracias por traerme hasta aquí!', exclamó emocionada. 'Nunca antes había podido ver las estrellas debido a mi asma'. '¡Lo sé!', respondió Mateo con una sonrisa.

'Quería mostrarte que, a pesar de las dificultades, siempre hay belleza y alegría en el mundo. Nunca dejes que nada te detenga para alcanzar tus sueños'. Desde ese día, Sayuri se inspiró en la actitud positiva de Mateo.

A pesar de sus limitaciones, aprendió a buscar la belleza en las pequeñas cosas y a no rendirse ante las dificultades. Juntos, Mateo y Sayuri continuaron teniendo aventuras emocionantes, y Sayuri encontró la fuerza para enfrentar su asma con valentía y optimismo.

Descubrió que, aunque su cuerpo tenía limitaciones, su mente y su corazón eran capaces de soñar sin límites.

FIN.

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