El sueño de Sebastián



Había una vez, en el hermoso pueblo de Nagua, un niño llamado Sebastián. Desde muy pequeño, Sebastián tenía grandes sueños y una gran determinación para alcanzarlos.

Aunque su familia no tenía mucho dinero, él sabía que podía hacer algo para ayudar. Desde tempranas horas de la mañana, Sebastián se levantaba y preparaba su burrito con víveres y frutas frescas para vender por las calles del pueblo.

Con una sonrisa en el rostro, recorría cada esquina ofreciendo sus productos a los vecinos. Un día soleado, mientras caminaba por la calle principal vendiendo sus deliciosas frutas, escuchó una conversación entre dos hombres mayores.

Decían que el futuro estaba en la tecnología y que aquellos que lograran aprender sobre ella tendrían muchas oportunidades. Sebastián se emocionó al oír eso. Sabía que quería ser parte de ese futuro brillante. Entonces decidió ahorrar todo el dinero que ganara vendiendo sus frutas para poder estudiar tecnología algún día.

Pasaron los años y Sebastián siguió trabajando duro vendiendo frutas por las mañanas e iba a la escuela por las tardes. Siempre estaba ansioso de aprender más sobre tecnología y computadoras.

Un día, cuando Sebastián ya era un adolescente dedicado a sus estudios en tecnología, recibió una beca para ir a estudiar a la gran ciudad. Sus padres estaban muy orgullosos de él y lo animaron a aprovechar esta oportunidad única.

Llegar a la ciudad fue emocionante pero también desafiante para Sebastián. Todo era nuevo para él: los edificios altos, las calles llenas de gente y la universidad llena de estudiantes brillantes. Pero eso no lo detuvo. Sebastián se esforzó al máximo en sus estudios.

Pasaba horas y horas en la biblioteca, investigando y desarrollando sus habilidades en tecnología. A veces sentía que era difícil, pero siempre recordaba el burrito que vendía por las calles de Nagua y sabía que había superado obstáculos antes.

Un día, mientras estaba en clase, uno de sus profesores le dijo emocionado: "¡Sebastián! ¡Has sido seleccionado para una pasantía en una importante empresa de tecnología!". Sebastián no podía creerlo. Todos sus esfuerzos estaban dando frutos.

Durante su pasantía, Sebastián demostró su talento y dedicación. La empresa quedó impresionada por su habilidad para resolver problemas y su conocimiento técnico. Al finalizar la pasantía, le ofrecieron un trabajo permanente como ingeniero de software.

Sebastián regresó a Nagua con una sonrisa enorme en el rostro para contarle a su familia las buenas noticias. Les dijo: "Gracias por apoyarme desde el principio. Gracias a mi trabajo vendiendo frutas pude estudiar tecnología y ahora tengo un trabajo increíble".

Desde ese día, Sebastián se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo. Les enseñaba que con esfuerzo y determinación se pueden alcanzar los sueños más grandes.

Y así fue como el niño vendedor de frutas se convirtió en un exitoso profesional en el área de tecnología gracias a su trabajo duro y perseverancia.

La historia de Sebastián inspiró a muchos niños a seguir sus sueños y nunca rendirse, sin importar los obstáculos que encuentren en el camino.

FIN.

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