El Sueño de Ser Bruja



Había una vez, en un pueblito rodeado de montañas y bosques encantados, una niña llamada Luna. Luna era una niña curiosa, con una imaginación desbordante. Desde pequeña había escuchado historias sobre brujas que hacían magia, volaban en escobas y ayudaban a los animales del bosque. Cada noche, antes de dormir, miraba la luna y soñaba con convertirse en una bruja.

Un día, mientras exploraba el bosque, encontró un viejo libro cubierto de polvo. "¿Qué será esto?", se preguntó. Lo abrió y vio que estaba lleno de recetas de pociones mágicas y encantamientos.

"¡Increíble! ¡Soy una aprendiz de bruja!", exclamó, emocionada.

Luna decidió que iba a intentar hacer su primera poción. Con unos ingredientes que encontró en el bosque, preparó una mezcla espesa en un frasco de cristal. Pero, a medida que iba mezclando, se dio cuenta de que no sabía muy bien lo que estaba haciendo.

"Tal vez un toque de este ingrediente y un poco más de aquel", murmuró mientras buscaba en la receta. Pero al final, la poción burbujeó de una manera extraña y al chocar contra el suelo, ¡se convirtió en un montón de flores!"¡Oh no!", gritó Luna. "¿Qué hice?"

Para su sorpresa, las flores comenzaron a hablar. "Gracias por liberarnos de esa poción chistosa. Ahora somos libres para florecer en el bosque", dijeron.

Luna se rió y, al ver que tenía el poder de hacer florecer cosas, se dio cuenta de que tal vez no necesitaba hacer pociones complejas para ser una bruja.

Decidió seguir practicando. Cada día, creaba algo nuevo: un encantamiento que hacía reír a los pájaros, una mezcla que hacía que los árboles crecieran más altos y fuertes.

Un día, mientras ayudaba a los animales, se encontró con un pequeño ciervo atrapado en una trampa. "¡Ayuda!", gritó el ciervo. Luna sintió un nudo en el estómago.

"¡No te preocupes!", le respondió. "Voy a ayudarte."

Utilizando su magia de una manera creativa, empezó a pelar la trampa que le atrapaba la patita con hojas y ramas. Con un poco de esfuerzo y su magia, logró liberar al ciervo.

"¡Gracias, brujita!", dijo el ciervo mientras se alejaba. "Eres una verdadera hechicera del bosque."

Luna se sonrojó, feliz con su acción, pero también se dio cuenta de que la magia no siempre era lo que parecía. Luego, conoció a una anciana que estaba sentada en una piedra. "Eres una niña con un gran potencial, pero recuerda, la verdadera magia llega del corazón", le aconsejó.

Luna reflexionó sobre esas palabras, entendió que ayudar a otros, usar su imaginación y su creatividad era la mejor manera de ser —"bruja"  sin necesidad de fórmulas complicadas.

Sus días pasaron llenos de aventuras, siempre explorando y aprendiendo, y comenzó a compartir sus pequeñas creaciones con los demás habitantes del pueblo. Comenzó a organizar días de cuentos y risas, donde los niños se reunían y creaban su propia magia.

Luna se convirtió en una gran amiga de los animales y de todos en el pueblo. Comprendió que la magia no solo se trataba de realizar hechizos, sino de llevar alegría y amor a aquellos que la rodeaban.

Así, Luna logró su sueño de ser bruja, pero de una manera distinta y mucho más especial: con su amistad y su alegría transformaba el día a día de todos. Y al mirar la luna cada noche, sonreía, porque sabía que la verdadera magia estaba en el corazón.

Y así, en el bosque encantado, Luna se convirtió en la brujita de los sueños y la alegría, siempre lista para ayudar a quien lo necesitara.

FIN.

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