El sueño de Simón


Había una vez un niño llamado Simón que vivía en Buenos Aires y era un gran fanático de River Plate.

Desde pequeño, su sueño había sido ir a la cancha a ver jugar a su equipo favorito, pero nunca había tenido la oportunidad. Un día, mientras estaba jugando en el parque con sus amigos, escuchó que uno de ellos le contaba emocionado sobre cómo había ido al estadio a ver un partido de fútbol.

Simón no podía creerlo y se acercó para preguntarle más detalles. "¿De verdad fuiste al estadio? ¿Cómo hiciste para conseguir las entradas?"- preguntó Simón curioso. "Sí, fui con mi papá. Él compró las entradas por internet"- respondió su amigo.

Simón quedó pensativo y decidió que él también quería ir al estadio a ver jugar a River Plate. Sin embargo, sabía que no iba a ser fácil convencer a sus padres para comprar las entradas ya que eran muy caras.

La semana siguiente, Simón decidió poner manos a la obra y empezar una campaña para convencer a sus padres de llevarlo al estadio.

Empezó por hacer tareas extras en casa sin que se lo pidieran y sacar buenas notas en el colegio para demostrarles cuán responsable era. Un día después de cenar, cuando toda la familia estaba reunida en la mesa del comedor, Simón tomó aire y dijo:"Mamá, papá... Quiero pedirles algo importante.

""¿Qué pasa hijo?"- preguntaron sus padres preocupados. "Quiero ir al estadio a ver jugar a River Plate"- respondió Simón decidido. Sus padres se miraron entre sí y suspiraron. Sabían que las entradas eran muy caras y no estaban seguros de si podían permitírselo.

"Hijo, sabes que las entradas son muy caras"- dijo su padre con tono triste. "Lo sé papá, pero prometo ser responsable y portarme bien.

Además, puedo ayudar a pagar parte del costo con mi mesada"- respondió Simón con una sonrisa en el rostro. Sus padres se quedaron pensando unos minutos y finalmente accedieron a llevarlo al estadio. Simón estaba tan emocionado que no podía contener la alegría. El día del partido llegó y Simón se levantó temprano para prepararse.

Se puso su camiseta de River Plate, agarró su gorro y salió corriendo hacia el estadio junto a sus padres. Cuando llegaron al estadio, Simón no podía creer lo grande que era.

Había miles de personas vestidas de rojo y blanco cantando canciones eufóricamente. El ambiente era impresionante. "¡Mira papá! ¡Es la cancha más linda del mundo!"- exclamó Simón emocionado mientras señalaba hacia la cancha donde los jugadores calentaban antes del partido.

Finalmente, empezó el partido y Simón no dejaba de saltar en su asiento cada vez que River Plate hacía un gol o tenía una oportunidad clara de gol. Su emoción era contagiosa e incluso sus padres se sentían felices viéndolo tan contento.

Pero entonces ocurrió algo inesperado: faltando diez minutos para el final del partido, River Plate estaba perdiendo por un gol y las esperanzas de ganar eran cada vez más bajas. Simón se sentía desanimado y triste.

"Papá, no creo que vayamos a ganar"- dijo Simón con tono apagado. "Nunca pierdas la fe hijo. Todavía quedan diez minutos y todo puede pasar"- respondió su padre con una sonrisa en el rostro.

Y así fue como pasó: en los últimos minutos del partido, River Plate logró empatar el marcador gracias a un gol increíble de uno de sus jugadores estrella. El estadio explotó en júbilo y Simón saltaba de felicidad abrazando a su padre.

"¡Lo logramos papá! ¡River nunca se rinde!"- gritaba Simón emocionado mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. El partido terminó en empate pero para Simón eso no importaba.

Había vivido una experiencia única e inolvidable junto a su familia y había aprendido una lección importante: nunca perder la fe ni rendirse ante las adversidades.

A partir de ese día, Simón se convirtió en el hincha número uno de River Plate y siempre recordaría aquella tarde mágica en la que cumplió su sueño de ir al estadio.

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