El sueño de Sofía en Bariloche


Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía en un lugar donde nunca nevaba. Ella siempre había soñado con ver la nieve y sentir su frío abrazo.

Un día, sus padres decidieron llevarla a Bariloche para cumplir su sueño y pasar unas vacaciones en familia. Sofía estaba muy emocionada por el viaje en avión y no podía dejar de mirar por la ventana durante todo el trayecto.

Cuando finalmente llegaron al aeropuerto de Bariloche, ella salió corriendo hacia la puerta de salida para ver si ya había nieve afuera. Y ahí estaba ella, blanca y brillante como nunca antes había visto. Sofía gritó de alegría y comenzó a saltar emocionada junto con su hermanito Tomás.

"¡Mamá, papá, miren! ¡Es nieve! ¡Es nieve!"- exclamó Sofía mientras corría hacia la montaña cercana. "¡Es verdad! Nunca habíamos visto tanta nieve juntos"- dijo mamá sonriente mientras tomaba fotos del paisaje.

Papá sacó los trineos que habían alquilado previamente y los niños se divirtieron deslizándose por las laderas nevadas. A medida que avanzaban las horas, la emoción de Sofía aumentaba cada vez más.

Habían construido un muñeco de nieve juntos y habían tenido una guerra épica de bolas de nieve. Cuando empezó a oscurecer, regresaron al hotel cansados pero felices después de un día lleno de aventuras en la nieve. La cena fue deliciosa y Sofía no podía dejar de hablar sobre su día.

Pero algo extraño comenzó a pasarle, tenía frío. "Mamá, papá, ¿por qué tengo tanto frío? ¿No se supone que la nieve es divertida?"- preguntó Sofía con los dientes castañeteando.

"Sofía, tienes que recordar que la nieve puede ser muy fría y debemos abrigarnos bien para disfrutarla"- respondió mamá mientras le ponía una taza de chocolate caliente en las manos. Sofía entendió lo importante que era abrigarse bien antes de salir a jugar en la nieve.

Al día siguiente, se aseguró de llevar puesta su ropa más cálida y se divirtió aún más sin sentir el frío incómodo del día anterior. El resto de las vacaciones fueron increíbles para Sofía.

Descubrió nuevas montañas nevadas y aprendió a esquiar junto con Tomás. También descubrió que había muchas formas diferentes de divertirse en la nieve como hacer ángeles o patinar sobre hielo.

Cuando llegó el momento de volver a casa, Sofía estaba triste por tener que dejar atrás toda esa diversión en la nieve pero sabiendo que siempre podría volver algún día. Desde ese viaje a Bariloche, Sofía nunca dejó de soñar con ver más lugares nevados.

Y cada vez que lo hacía, recordaba lo importante que era abrigarse bien antes de salir a jugar. Y así fue como una pequeña niña descubrió el poder mágico y educativo detrás del invierno nevado gracias a sus aventuras inolvidables con su familia.

Dirección del Cuentito copiada!