El Sueño de Thiago



Había una vez un niño llamado Thiago, quien desde muy pequeño había demostrado su pasión por el fútbol. Siempre jugaba en la calle con sus amigos y no había día en que no estuviera practicando tiros libres o regates.

Un día, mientras Thiago jugaba en el parque con sus amigos, se acercó un hombre mayor a observarlos jugar.

Después de verlos durante un rato, el hombre se acercó a Thiago y le preguntó:- ¿Te gusta mucho el fútbol, verdad? - Sí señor -respondió Thiago emocionado. - Pues déjame decirte algo: si quieres ser un buen jugador de fútbol, debes entrenar duro todos los días y nunca rendirte ante los obstáculos que se te presenten.

Thiago escuchó atentamente las palabras del hombre y decidió seguir su consejo. A partir de ese momento, comenzó a dedicarse aún más al fútbol y a entrenar todos los días después de la escuela.

Sin embargo, pronto descubrió que no todo era tan fácil como parecía. En una ocasión, mientras jugaba un partido importante con su equipo local, cometió un error garrafal que costó la victoria del partido. Thiago estaba devastado y pensaba que nunca volvería a jugar bien al fútbol.

Pero entonces recordó las palabras del hombre sabio del parque: "nunca rendirte ante los obstáculos". Así que decidió levantarse de nuevo e intentarlo una vez más.

Se esforzó aún más en cada entrenamiento y aprendió de sus errores para convertirse en un mejor jugador. Finalmente, llegó el día en que Thiago tuvo la oportunidad de jugar en un equipo profesional.

Y aunque tenía miedo y nerviosismo, recordó todo lo que había aprendido y se concentró en dar lo mejor de sí mismo. El partido fue muy difícil, pero Thiago logró hacer una jugada espectacular que le permitió anotar el gol decisivo para ganar el partido.

Todos los espectadores estallaron en aplausos y Thiago se sintió más feliz que nunca. Desde ese día, Thiago siguió entrenando duro todos los días y nunca dejó de perseguir su sueño: convertirse en uno de los mejores jugadores de fútbol del mundo.

Y aunque aún le quedaba mucho por aprender, sabía que con esfuerzo y dedicación podía conseguirlo. La moraleja de esta historia es clara: si tienes un sueño o una pasión, no te rindas ante las dificultades.

Aprende de tus errores, trabaja duro cada día y nunca pierdas la ilusión por alcanzar tus metas.

FIN.

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