El sueño de Tomás


Había una vez un chico llamado Tomás que siempre había tenido una gran pasión por el deporte. Desde pequeño, disfrutaba de jugar al fútbol, correr y hacer ejercicio.

Conforme fue creciendo, su amor por la actividad física se hizo más fuerte y decidió que quería estudiar para ser profesor de educación física. Sin embargo, Tomás trabajaba en una tienda de ropa y temía no poder organizarse lo suficiente para poder estudiar al mismo tiempo.

Tenía miedo de no tener suficiente tiempo libre para dedicarle a sus estudios y pensaba que tal vez era mejor dejar su sueño en segundo plano.

Un día, mientras estaba trabajando en la tienda, entró un señor mayor que parecía estar buscando algo en particular. Tomás se acercó amablemente para preguntarle si necesitaba ayuda. "Estoy buscando ropa deportiva", dijo el hombre con una sonrisa amistosa. "¡Genial! Yo soy un apasionado del deporte también", respondió Tomás con entusiasmo.

Los dos comenzaron a hablar sobre sus deportes favoritos y las experiencias que habían tenido en el pasado. El hombre le contó a Tomás cómo él había sido jugador profesional de fútbol durante muchos años antes de retirarse y convertirse en entrenador.

Le habló sobre los sacrificios que tuvo que hacer para llegar donde llegó y cómo nunca dejó de trabajar duro por su sueño.

Tomás escuchaba atentamente cada palabra del hombre mayor e inspirado por su historia le preguntó: "¿Cómo lograste equilibrar tu trabajo con tus entrenamientos?"El hombre sonrió sabiamente y le respondió: "Nunca fue fácil, pero siempre supe que mi pasión por el deporte era más fuerte que cualquier obstáculo.

Siempre encontré tiempo para entrenar y nunca dejé de estudiar. "Tomás se sintió motivado por las palabras del hombre mayor y decidió que no iba a dejar su sueño de ser profesor de educación física.

A partir de ese día, comenzó a organizarse mejor y a hacer un plan diario para dedicarle tiempo tanto al trabajo como a los estudios. Los días fueron pasando y Tomás notó que estaba haciendo progresos en sus estudios mientras seguía siendo un excelente empleado en la tienda.

Se sentía feliz al saber que estaba trabajando duro para lograr su objetivo. Un día, mientras caminaba hacia la universidad, Tomás vio al hombre mayor con quien había hablado en la tienda hace unas semanas.

El hombre lo saludó con entusiasmo y le preguntó cómo estaban sus estudios. "Van muy bien", respondió Tomás con una sonrisa orgullosa en su rostro. "Gracias por inspirarme a seguir adelante".

El hombre asintió sabiamente y dijo: "Recuerda siempre esto: si tienes pasión por algo, nada te detendrá". Tomás siguió caminando hacia la universidad con una sensación cálida en su corazón.

Sabía que tenía mucho trabajo por delante, pero también sabía que no importaba cuánto tiempo tomara o cuán difícil fuera el camino, él nunca dejaría de trabajar duro por sus sueños.

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