El sueño de Tomás


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Tomás. Desde muy pequeño, Tomás soñaba con convertirse en un gran futbolista y jugar en el equipo nacional.

Pasaba horas y horas practicando en el patio de su casa, pateando la pelota con todas sus fuerzas. Un día, mientras jugaba en el parque del pueblo, se encontró con otro niño llamado Martín. Martín también amaba el fútbol y tenía grandes habilidades para jugar.

Juntos formaron una gran amistad y comenzaron a entrenar juntos todos los días después de la escuela. Tomás estaba emocionado por su sueño de ser futbolista profesional y decidió contarle a sus padres sobre su pasión.

Esa noche, durante la cena, Tomás dijo emocionado: "¡Mamá! ¡Papá! Quiero ser futbolista profesional cuando sea grande". Sus padres lo miraron sonriendo y le dijeron: "Tomás, estamos muy orgullosos de ti por tener ese sueño. Si realmente quieres lograrlo, te apoyaremos incondicionalmente".

Desde ese momento, los papás de Tomás hicieron todo lo posible para ayudarlo a cumplir su sueño. Compraron libros sobre tácticas de juego y estrategias del fútbol para que él pudiera aprender más acerca del deporte que tanto amaba.

Además, sus padres lo llevaron a diferentes partidos profesionales para que Tomás pudiera observar cómo jugaban los mejores jugadores del país e inspirarse en ellos. También buscaron al mejor entrenador del pueblo para que les enseñara técnicas avanzadas.

Con el tiempo, Tomás y Martín comenzaron a destacarse en los partidos locales. Su talento no pasó desapercibido y un día, mientras jugaban en el parque, un ojeador del equipo juvenil del club más importante de Argentina los vio.

El ojeador quedó impresionado por las habilidades de Tomás y Martín y decidió invitarlos a una prueba para ingresar al equipo. Ambos niños estaban emocionados pero también nerviosos por la oportunidad que se les presentaba.

Llegó el día de la prueba y Tomás miró a sus padres con preocupación. "¿Y si no soy lo suficientemente bueno?", preguntó con inseguridad.

Sus padres le dieron una sonrisa tranquilizadora y su madre le dijo: "Tomás, recuerda todo lo que has aprendido hasta ahora. Tienes el talento, la dedicación y nuestro apoyo incondicional. No importa cuál sea el resultado, siempre estaremos orgullosos de ti". Animado por las palabras de sus padres, Tomás dio lo mejor de sí mismo durante la prueba.

Jugó como nunca antes lo había hecho, mostrando todas sus habilidades técnicas y su pasión por el fútbol. Finalmente, llegó el momento en que los entrenadores anunciaron quiénes habían sido seleccionados para formar parte del equipo juvenil.

Tomás esperaba ansioso junto a Martín. El entrenador llamó uno por uno a los nombres de los jugadores seleccionados hasta que finalmente dijo: "¡Tomás!".

El niño no podía creerlo, había logrado cumplir su sueño gracias al apoyo incondicional de sus papás. Corrió hacia ellos con lágrimas de felicidad en los ojos y les dio un abrazo fuerte. Desde aquel día, Tomás se convirtió en una estrella del equipo juvenil.

Sus padres siempre estuvieron presentes en cada partido, animándolo y aplaudiéndolo desde las gradas. Con el tiempo, Tomás logró su sueño de jugar para el equipo nacional. Y siempre recordó que nunca lo habría logrado sin el amor y apoyo incondicional de sus papás.

Este cuento nos enseña la importancia de tener personas que nos apoyen en nuestros sueños y metas. Con ese apoyo, podemos alcanzar cualquier cosa que nos propongamos. Y recuerda, si tienes un sueño como Tomás, ¡nunca te rindas!

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