El sueño de Tomás


Había una vez un niño llamado Tomás que desde muy pequeño soñaba con ser futbolista. Todos los días, después de la escuela, se iba al parque a practicar con su balón y sus amigos.

Tenía un talento especial para el fútbol y todos en su barrio lo admiraban por su habilidad con el balón. Un día, mientras entrenaba en el parque, vio a un famoso exjugador de fútbol que pasaba por ahí.

Tomás se acercó tímidamente y le pidió un consejo para llegar a ser como él. El exjugador sonrió y le dijo: "Para ser un gran futbolista, necesitas disciplina, esfuerzo y nunca rendirte ante los obstáculos que se te presenten en el camino".

Tomás tomó esas palabras como si fueran oro y decidió seguir ese consejo al pie de la letra.

Entrenaba más duro que nunca, practicaba sus tiros libres hasta altas horas de la noche y siempre estaba dispuesto a aprender de sus errores. Un día, mientras jugaba un partido importante con su equipo del barrio, Tomás falló un penal decisivo que les costó la victoria.

Se sintió muy mal y pensó en rendirse, pero recordó las palabras del exjugador y decidió levantarse más fuerte que nunca. "¡No importa haber fallado! Lo importante es seguir adelante y aprender de nuestros errores", le dijo su entrenador.

Tomás entendió que los fracasos son parte del camino hacia el éxito y que lo importante era no darse por vencido. Siguió entrenando con más determinación que nunca y finalmente llegó el día en el que fue seleccionado para jugar en las divisiones inferiores de un club profesional.

La noticia llenó de alegría a todo su barrio, quienes organizaron una fiesta para celebrar este logro tan importante para Tomás. Sin embargo, él sabía que esto era solo el comienzo y que debía seguir esforzándose para alcanzar su sueño de convertirse en futbolista profesional.

Los años pasaron y Tomás siguió trabajando duro, superando desafíos e inspirando a otros niños con su historia de perseverancia y dedicación al fútbol.

Finalmente, llegó el día en el que debutaría en el primer equipo del club profesional al cual había llegado gracias a su esfuerzo constante. El estadio estaba lleno de gente emocionada por ver jugar a Tomás. En ese momento recordó todas las veces que había caído pero también cómo se había levantado más fuerte cada vez.

Y así, con determinación e ilusión, saltó al campo listo para demostrarle al mundo entero que aquel niño del parque había logrado cumplir su sueño: ¡ser futbolista!

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