El sueño de Tomás
Tomás era un niño muy alegre y curioso. Siempre le gustaba contarle a su papá todas las aventuras que vivía durante el día.
Con risitas y balbuceos, le contaba cómo había jugado con su papá, cómo se había quedado dormido bailando con su mamá o cómo se había divertido con sus amigos. Tomás admiraba mucho a su papá. Lo veía como un hombre inteligente, fuerte y cariñoso, y en sus sueños siempre quería ser como él.
Todos los días crecía feliz, aprendiendo y descubriendo el mundo que lo rodeaba.
Una noche, mientras su papá lo escuchaba atentamente, Tomás le dijo: -Papá, cuando sea grande quiero ser como vos, ¿cómo hago para ser tan inteligente como vos? Su papá, con una gran sonrisa, le respondió: -Hijo, la inteligencia no solo se mide en lo que sabes, sino en cómo te relacionas con los demás, en cómo ayudas a quienes te rodean y en cómo buscas siempre aprender algo nuevo.
Si quieres ser inteligente, cultiva tu curiosidad, pregunta, investiga y nunca dejes de aprender. Y sobre todo, sé siempre amable y generoso. Tomás escuchaba con atención las palabras de su papá y prometió seguir sus consejos.
A partir de ese momento, cada día Tomás se esforzaba por aprender algo nuevo, ayudar a quienes lo necesitaban y siempre trataba de ser amable con todos.
Con el tiempo, se dio cuenta de que la inteligencia era mucho más que saber muchas cosas, era comprender y actuar de manera positiva. Así, Tomás creció feliz, convirtiéndose en un niño curioso, amable y muy inteligente, como su querido papá. Y juntos, padre e hijo, siguieron compartiendo muchas aventuras, risas y aprendizajes.
FIN.