El Sueño de Tomás



Érase una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño barrio de Buenos Aires. Desde que tenía memoria, siempre había amado el fútbol. Con una pelota gastada y unas zapatillas que ya habían visto mejores días, pasaba horas jugando en la vereda, soñando con ser un gran futbolista. Cada vez que escuchaba el sonido de un partido en la televisión, sus ojos brillaban con ilusión.

Un día, mientras practicaba en el parque, se acercó su amigo Javier.

"Tomás, ¿te gustaría jugar en el equipo de la escuela?" - le preguntó Javier entusiasmado.

"¡Sí! Sería increíble. Pero hay un problema..." - dijo Tomás, un poco inseguro.

"¿Cuál?" - preguntó Javier.

"Soy un poco torpe con el balón, a veces ni puedo pasarla bien." - confesó Tomás con modestia.

Javier le sonrió y le dijo:

"No te preocupes. ¡Lo importante es practicar!" - y así fue como el día siguiente Tomás se unió al equipo de la escuela.

Los entrenamientos eran intensos y aprendió mucho. Sin embargo, a veces se sentía frustrado porque veía que otros niños hacían trucos que él todavía no sabía. Un día, después de un entrenamiento agotador, Tomás se sentó en una esquina del campo con la cabeza gacha.

"¿Por qué no puedo ser tan bueno como los demás?" - se lamentó. En ese momento, su entrenador Mario se acercó.

"Tomás, recuerda que cada uno tiene su propio ritmo. La práctica y la dedicación son las que te llevarán lejos. ¿Ves esa cuesta allí?" - dijo apuntando a una pendiente cercana.

"Sí..." - respondió Tomás, curioso.

"¿Qué pasaría si decidieras correr hasta la cima todos los días? Al principio te costará, pero un día te darás cuenta que llegas más rápido. La práctica es igual..." - explicó Mario.

Inspirado por esas palabras, Tomás decidió que iba a entrenar todos los días, incluso cuando nadie más lo hacía. Durante semanas, practicó su dribbling, sus pases y su tiro al arco hasta que comenzó a notar una mejora.

Un día, mientras estaban en un partido importante, el equipo de Tomás estaba empatado, y el tiempo se acababa. Todos sus compañeros estaban estresados, pero Tomás recordó la motivación de Mario. De repente, vio un espacio en la defensa contraria y se lanzó hacia el balón. Con todas sus fuerzas, realizó un disparo que sorprendió al arquero rival y... ¡GOL! El estadio estalló en celebración. El equipo ganó el partido, y Tomás se transformó en el héroe de la jornada.

Días después, un cazatalentos se acercó al equipo escolar. Él había visto el partido y estaba impresionado por el talento de Tomás.

"¿Te gustaría probar en un club profesional?" - le dio la noticia al niño, que no podía creerlo.

"¡Sí! ¡Sería un sueño hecho realidad!" - exclamó Tomás, lleno de emoción.

Después de un largo proceso de pruebas, finalmente fue seleccionado para formar parte de las divisiones inferiores de un club de la primera división. Sin embargo, Tomás sabía que este era solo el comienzo. A partir de ese día, su vida cambió: tenía que entrenar más duro que nunca, cumplir con sus estudios y nunca dejar de soñar.

Unos años después, tras mucho esfuerzo y dedicación, Tomás debutó en un partido oficial con la camiseta de su querido club. Al escuchar el rugido de la hinchada mientras entraba al campo, sintió que todos sus sacrificios y aquel primer día en la escuela valieron la pena.

Más tarde, al final del partido, con una gran sonrisa y sintiéndose agradecido, Tomás recordó sus días de niño en la vereda.

"Nunca dejen de soñar y trabajar por lo que aman, chicos. ¡Cada pequeño esfuerzo cuenta!" - dijo en una entrevista, deseando inspirar a otros niños que, como él, soñaban con ser futbolistas.

Y así, Tomás no solo se convirtió en un gran futbolista, sino también en un ejemplo de perseverancia para muchos, recordándoles que los sueños se pueden hacer realidad si se lucha por ellos.

FIN.

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