El Sueño de Tomás



En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía un joven llamado Tomás. Desde muy chico, su mayor pasión era el fútbol. Pasaba horas en la plaza pateando una pelota hecha de trapo y soñando con ser un gran futbolista.

Un día, mientras jugaba con sus amigos, un famoso cazatalentos llamado Don Ricardo pasó por el barrio. Al ver a Tomás driblando y haciendo acrobacias con la pelota, se detuvo y lo llamó.

- '¡Eh, pibe! ¡Sos muy rápido con la pelota! ¿Te gustaría probar suerte en un club?' - preguntó Don Ricardo.

Tomás, emocionado, respondió:

- '¡Sí, sí! ¡Es mi sueño! ¡Siempre he querido jugar en un club profesional!'

Don Ricardo le explicó que había una prueba en el Club Deportivo Boca Héroes, uno de los más importantes del país. Tomás no podía contener su emoción.

Con la ayuda de su madre, que siempre lo alentaba, se preparó para la prueba. Sin embargo, había un problema: su familia no podía costear los viajes a la ciudad y las zapatillas adecuadas para jugar.

- 'Mamá, no tengo los zapatos adecuados. ¿Y si no me eligen por eso?' - se quejaba Tomás.

- 'Lo importante, hijo, es tu esfuerzo y pasión. Con actitud y dedicación, no importa el calzado que lleves' - le respondió su madre.

Con ese consejo en mente, Tomás decidió hacer un esfuerzo extra. Se unió a un grupo de chicos del barrio que organizaban partidos y, día a día, practicaba dribles, tiros y pases. Se convirtió en un verdadero líder en el equipo, motivando a sus amigos y disfrutando del juego.

El día de la prueba, Tomás se levantó muy temprano. Estaba nervioso, pero recordó las palabras de su madre. Al llegar al club, vio a muchos chicos con zapatillas nuevas y uniformes impecables. Un frío recorrió su cuerpo.

- 'No te preocupes, Tomás. Juega como sabes y dale con todo' - se dijo a sí mismo.

La prueba comenzó y Tomás puso en práctica todo lo que había aprendido. Corrió, jugó y, sobre todo, se divirtió. Cuando terminó, Don Ricardo se acercó a él.

- '¿Sabés qué, pibe? Tenés mucho talento, pero también vi que disfrutaste el juego. Eso es lo más importante. Te voy a elegir para el equipo juvenil.'

Tomás no podía creer lo que escuchaba. Saltó de alegría y abrazó a Don Ricardo.

- '¡Gracias, gracias! ¡Voy a dar lo mejor de mí!' - exclamó.

Las semanas pasaron y Tomás se integró al equipo. Cada día, debía ir a entrenar, pero su familia seguía teniendo problemas económicos y, a veces, no podía asistir.

Al ver que su hijo no se daba por vencido, la madre de Tomás decidió hacer algo. Comenzó a vender empanadas en su casa y así pudo ayudar a Tomás a conseguir lo que necesitaba para los entrenamientos.

- 'Mamá, no puedo permitirte hacer eso. Quiero que descanses.'

- 'Tomás, el esfuerzo que vos estás haciendo por tus sueños se merece otro esfuerzo de mi parte. Vamos juntos, yo estaré a tu lado' - le respondió.

Con el apoyo incondicional de su madre, Tomás cada vez se esforzaba más. Un día, mientras entrenaban, fue invitado a un torneo en la ciudad. Con sus amigos, llegaron emocionados. Pero el equipo contrario era mucho más fuerte, y Tomás comenzó a dudar de sus habilidades.

- '¿Y si no somos suficientes? ¿Y si fallamos?' - le murmuró a su amigo Lucas, mientras se preparaban.

- 'Tomás, tenemos que darlo todo. Lo importante es jugar con el corazón, y si fallamos, no importa. Al final, eso se trata el fútbol' - le respondió Lucas con optimismo.

Finalmente, el día del torneo llegó. A pesar de los nervios, Tomás se concentró y jugó con toda su energía. Sorprendió a todos con sus habilidades, y cuando el árbitro pitó el final, su equipo ganó el partido. ¡Era un momento mágico!

La victoria resonó en su interior, pero lo más importante fue el apoyo de sus amigos y su madre. Tomás había aprendido que, a veces, los sueños requieren esfuerzo y sacrificio, pero también es fundamental disfrutar el camino y contar con quienes te aman.

Años después, Tomás, vestido con la camiseta de su equipo, se dirigía al estadio para jugar un partido importante. Miró a la tribuna y vio a su madre con una sonrisa de orgullo. En ese momento, supo que, sin importar los desafíos, siempre había que perseguir los sueños.

- '¡Vamos por más, mamá! ¡Esto es solo el comienzo!' - gritó Tomás, vibrando de emoción.

Y así, Tomás no solo cumplió su sueño de ser futbolista, sino que también inspiró a muchos en su barrio a seguir sus pasiones, demostrando que el esfuerzo y la dedicación valen la pena, cuando se juega con amor y alegría.

FIN.

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