El sueño de Tomás


Había una vez un niño llamado Tomás que soñaba con ser futbolista profesional. Desde muy pequeño, pasaba todas las tardes en la cancha del barrio practicando sus habilidades con el balón.

Le encantaba jugar al fútbol y siempre se esforzaba al máximo. Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, vio a un grupo de chicos mayores que estaban entrenando para formar parte de un equipo profesional de fútbol.

Tomás quedó impresionado por su talento y decidió acercarse a ellos. "¡Hola! Me llamo Tomás y me encantaría aprender de ustedes", dijo emocionado.

Los chicos mayores se miraron entre sí y uno de ellos, llamado Lucas, le preguntó:"¿Sabes jugar bien al fútbol?"Tomás asintió con determinación y mostró algunas piruetas con el balón. Los chicos quedaron sorprendidos por su habilidad y decidieron darle una oportunidad. "Está bien, te dejaremos participar en nuestro próximo partido amistoso", dijo Lucas. Tomás estaba feliz pero también nervioso.

Sabía que iba a enfrentarse a jugadores más grandes y experimentados que él. Sin embargo, no dejó que eso lo desanimara y se preparó para el gran día.

Llegó el día del partido y Tomás se puso su uniforme con mucho orgullo. Se encontraba junto a sus nuevos compañeros en la cancha esperando ansioso el inicio del encuentro. El árbitro pitó el comienzo del partido y ambos equipos comenzaron a disputar cada pelota como si fuera la última.

A medida que avanzaba el partido, Tomás demostró su talento y habilidad en cada jugada. A pesar de ser más pequeño que los demás, no se dejaba intimidar y luchaba por cada balón como si fuera el último.

"¡Vamos chicos, podemos hacerlo!", gritaba Tomás para motivar a sus compañeros. El partido estaba muy reñido y ninguno de los equipos lograba marcar un gol.

Faltando solo unos minutos para que terminara el encuentro, Tomás recibió un pase largo y se encontró frente al arco rival. Sin pensarlo dos veces, remató con todas sus fuerzas y ¡GOOOOL! El estadio estalló en aplausos y vítores. Los compañeros de Tomás corrieron hacia él para celebrar juntos la victoria.

Habían ganado gracias al golazo de Tomás. Desde ese día, Tomás se convirtió en una pieza clave del equipo profesional de fútbol. Jugó muchos partidos importantes y siempre se destacó por su entrega y pasión por este deporte.

Tomás aprendió que no importa cuán pequeño o joven seas, si tienes talento, determinación y trabajas duro puedes alcanzar tus sueños.

Se dio cuenta de que el fútbol era mucho más que solo patear un balón; era una forma de aprender valores como trabajo en equipo, perseverancia y respeto hacia los demás. Y así fue como el sueño de Tomás se hizo realidad: se convirtió en un futbolista profesional reconocido internacionalmente.

Pero nunca olvidó aquellos días en los que empezó a jugar con los chicos mayores del parque, porque fueron ellos quienes le dieron la oportunidad de demostrar su talento y le enseñaron que el fútbol es un deporte de todos, sin importar la edad o el tamaño.

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