El Sueño de Tomi



Érase una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, un niño llamado Tomi. Desde que tenía memoria, el fútbol había sido su gran pasión. Pasaba horas y horas con su balón en el parque, driblando a sus amigos y chutando a la portería improvisada que hacían con un par de piedras. Pero Tomi no era un niño común; él tenía una enfermedad que le dificultaba la respiración, lo que hacía que se cansara más rápido que los demás niños.

Un día, mientras jugaba, su amigo Lucas se acercó entusiasmado.

"¡Tomi! Escuchaste que el club de fútbol del barrio está haciendo pruebas para el equipo sub-12?" - dijo Lucas, con los ojos brillando.

"Sí, lo escuché. Pero no creo que me elijan. Me canso muy rápido." - respondió Tomi, con un susurro de desánimo.

"No digas eso. ¡Sos el mejor jugador que conozco! Además, nunca te hemos visto jugar en un partido de verdad. Dale, intentémoslo juntos!" - insistió Lucas.

Con un impulso de confianza, Tomi decidió presentarse a las pruebas. La mañana del evento, el sol brillaba y el parque estaba lleno de niños emocionados. En su corazón, Tomi sabía que debía dar lo mejor de sí, pero también sentía el peso de su enfermedad.

"Vamos, Tomi! Solo juega como siempre lo haces." - se animó Lucas antes de entrar al campo.

Al comienzo, todo parecía perfecto. Tomi driblaba, asistía y corría, pero a medida que el partido avanzaba, los síntomas comenzaron a aparecer. A falta de aire, Tomi comenzó a disminuir su ritmo, y el entrenador se dio cuenta.

"Tomi, ¿estás bien?" - le preguntó el entrenador, preocupado.

"Sí, solo necesito un momento..." - respondió Tomi, intentando ocultar su agotamiento.

Pero cuando los demás niños lo vieron arrastrarse en el campo, se comenzaron a reír.

"¡Vamos, Tomi! ¿No podés correr un poco más?" - gritó uno de los chicos burlándose.

Tomado por la vergüenza, Tomi consideró irse a casa, pero algo en su interior le dijo que no podía rendirse. Su amigo Lucas se acercó de nuevo, esta vez con una sonrisa.

"Tomi, no te preocupes por ellos. ¡Sabemos que podés! Si nos quedamos juntos, podemos ganar!" - le dijo mientras le ofrecía su mano.

Con la ayuda de Lucas, Tomi encontró la fuerza para seguir jugando. Decidió cambiar su estrategia; en lugar de correr tras la pelota como todos, comenzó a moverse estratégicamente, creando jugadas desde la distancia.

El juego avanzó y, en uno de esos momentos de lucidez, Tomi logró hacer una asistencia impresionante que llevó a su equipo a anotar un gol.

"¡Eso es, Tomi! ¡Sos un genio!" - gritó Lucas, abrazándolo.

Al finalizar el partido, el entrenador se acercó a Tomi.

"Mira, no sólo eres un gran jugador, sino que también eres un estratega. Eso es valioso en el fútbol. Me gustaría que te unieras a nuestro equipo, pero necesitarás estar atento a tu condición y cuidarte." - le dijo el entrenador.

Con lágrimas de felicidad en los ojos, Tomi asintió con la cabeza. Finalmente, había sido elegido!

Así, Tomi se convirtió en una gran inspiración para su equipo. A pesar de sus limitaciones, nunca se rindió y demostró que, a veces, hay que encontrar otra manera de jugar.

Con el tiempo, aprendió a gestionar su enfermedad, a cuidarse y a seguir disfrutando del fútbol. A menudo, sus compañeros lo ayudaban a practicar y él, a cambio, les enseñaba a jugar con astucia.

El día de la primera competición llegó y Tomi, con un brillo especial en los ojos, estaba listo para demostrar que sus sueños podían hacerse realidad. El equipo, siempre unido, ganó el partido y, al finalizar, todos levantaron a Tomi en hombros.

"¡Tomi, sos un verdadero campeón!" - gritó Lucas, mientras los demás aplaudían.

Tomando un profundo respiro, Tomi sonrió y supo que con esfuerzo, apoyo de sus amigos y mucho amor por el deporte, podía ir más allá de lo que se suponía que era capaz. El fútbol no solo se trataba de correr y anotar goles, sino de salir adelante, de la amistad y disfrutar del juego.

Desde aquel día, Tomi nunca dejó que su condición se interpusiera en su camino. Aprendió a amarse tal como era y a encontrar su lugar en el mundo del fútbol, enseñando a todos que lo único imposible, es aquello que no se intenta.

FIN.

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