El Sueño de Tomi



En un pequeño pueblo de Argentina, había un niño llamado Tomi. Tenía diez años y, a pesar de su corta edad, trabajaba en la tienda de su abuelo. Cada mañana, con esfuerzo, ayudaba a atender a los clientes y a organizar la mercadería. Sin embargo, hubo algo que Tomi no podía hacer: ir a la escuela. Su familia necesitaba el dinero que él ganaba, y cada vez que su maestra, la Sra. Ana, pasaba por la tienda, Tomi sentía un nudo en el estómago.

Una mañana, mientras arreglaba las frutas, escuchó la puerta de la tienda abrirse. Era la Sra. Ana, su maestra.

"¡Hola, Tomi! ¿Cómo estás?" -dijo la Sra. Ana con una sonrisa.

"Hola, Sra. Ana. Bien, trabajando un poco..." -respondió Tomi, un poco avergonzado.

"Me encantaría verte en la escuela, Tomi. Te he echado mucho de menos" -dijo la maestra con dulzura.

"Pero... mi familia necesita que trabaje. No puedo dejar esto" -contestó Tomi, con la voz entrecortada.

La Sra. Ana, con su gran corazón, decidió hacer algo. Regresó a la escuela y habló con sus alumnos sobre Tomi.

"Chicos, hay un niño en nuestro pueblo, Tomi, que no puede asistir a la escuela porque necesita trabajar. Pero todos sabemos que la educación es importante. ¿Qué podemos hacer?" -preguntó.

Los alumnos, al escuchar la historia, se miraron entre sí, reflejando preocupación. Lucía, una niña que siempre había sido solidaria, levantó la mano.

"Podemos ofrecerle clases extra después de la escuela. Así puede trabajar, pero también aprender lo que necesita".

Los demás estudiantes asintieron con entusiasmo.

"¡Sí! ¡Sería genial!" -gritaron al unísono.

Así que la Sra. Ana organizó un plan. Después de la escuela, cada tarde, un grupo de alumnos se reunía en el parque y, con libros y ganas de aprender, le enseñaban a Tomi lo que habían aprendido en clase durante el día. Ellos desarrollaban las clases como un juego, para que Tomi pudiera disfrutar mientras estudiaba. Los días pasaban, y Tomi aprendía a leer, a escribir y a sumar, todo mientras seguía ayudando en la tienda.

Pero un día llegó una situación inesperada: el abuelo de Tomi se enfermó, y él necesitaba trabajar más horas. Tomi se sintió muy triste y decidió que tenía que dejar las clases extra.

"No puedo más... necesito trabajar más tiempo para ayudar a mi familia" -dijo, con lágrimas en los ojos.

La Sra. Ana y sus compañeros se sintieron angustiados.

"Tomi, no puedes abandonar tus sueños. Ven, haremos un plan. Si trabajás por la mañana, podemos darte clases más temprano, o incluso los fines de semana" -propuso la Sra. Ana

Tomi se sintió un poco mejor, pero aún dudaba.

"No sé si podré lograrlo, hay tanto por aprender" -dijo con desánimo.

"Podés, Tomi. ¡Estamos todos con vos!" -exclamó Lucía, dándole una palmadita en la espalda.

Finalmente, con el apoyo de sus amigos y de la maestra, Tomi decidió intentarlo. Cada semana, su conocimiento crecía más y más. Empezó a soñar con ser ingeniero, algo que antes ni se había imaginado.

Un día, cuando Tomi fue a la tienda, su abuelo, ahora un poco mejor, lo miró con orgullo.

"Tomi, estoy muy orgulloso de vos. Sé que trabajar es importante, pero también lo es la educación. No abandones tus sueños" -le dijo.

Ese día, Tomi llegó a la escuela con su boleta de calificaciones, ¡había pasado todos los exámenes! Los compañeros lo recibieron con aplausos, y la Sra. Ana lo abrazó.

"¡Lo lograste, Tomi! Aunque fue difícil, nunca dejaste de lado tu educación. ¡Sigue soñando grande!" -dijo ella.

Y así, Tomi no solo siguió asistiendo a la escuela, sino que también se convirtió en un gran ejemplo para todos. Aprendió que, aunque en la vida a veces debamos trabajar duro, nunca hay que dejar de lado lo que amamos y lo que nos hace crecer.

La maestra y los alumnos celebraron el esfuerzo de Tomi, y juntos reafirmaron la importancia del derecho a la educación. Con su historia, no solo tocaron el corazón de su pueblo, sino que también inspiraron a otros a seguir sus sueños, sin importar los obstáculos que se presentaran en el camino.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!