El Sueño de un Husky



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño pueblo con su familia. Desde que tenía memoria, Tomás soñaba con tener un perro. Pero no cualquier perro, sino un hermoso husky de ojos azules. Siempre que veía uno corriendo en el parque, su corazón se llenaba de alegría. Tomás llenaba su cuaderno de dibujos y recortes de huskies, decorando su habitación con imágenes de esos perros tan majestuosos.

Un día, mientras jugaba en el parque, se encontró con un grupo de niños que estaban jugando con un husky llamado Fido.

"¡Mirá ese perro!" - exclamó Tomás a sus amigos.

"¡Es increíble!" - dijo Ana, una de las chicas. "¿Te gustaría tener uno?"

"¡Sí!" - respondió Tomás con entusiasmo. "Pero no tengo el dinero para comprarlo."

Tomás se sentó en un banco y comenzó a pensar en formas de hacer dinero. Fue entonces que se le ocurrió la idea de ofrecerse como ayudante en las tareas de sus vecinos. Sin pensarlo dos veces, tomó un papel y escribió:

"¡Soy Tomás y ayudo con tareas!". Y salió a repartir volantes.

Al día siguiente, recibió su primera llamada de la señora Rosa, quien le pidió ayuda para regar las plantas.

"Hola, señora Rosa, soy Tomás. Estoy aquí para ayudar!" - saludó con una gran sonrisa.

"¡Qué lindo, Tomás! Me encantaría que me ayudes, sígame..."

Después de varias semanas de trabajar de ayudante, Tomás había ahorrado casi todo lo necesario para comprar su perro husky. Pero un día, su mamá lo llamó a la cocina.

"Tomás, hay algo de lo que necesitamos hablar" - dijo su mamá con seriedad.

"¿Qué pasó, mamá?" - preguntó Tomás, preocupándose.

"La abuela necesita ayuda en su casa, y me gustaría que fueras con ella unos días. ¿Te parece?"

"Pero, mamá, ¡yo estoy tan cerca de conseguir mi husky!"

"Lo sé, hijo, pero ayudar a la familia también es importante."

"Está bien..." - aceptó Tomás, sintiendo cómo un pequeño pedazo de su sueño se desvanecía.

En la casa de su abuela, Tomás se dio cuenta de lo importante que era cuidar a los seres queridos. A pesar de que extrañaba la idea de tener un perro, disfrutaba contar historias con su abuela y ayudarla en las tareas de la casa. Sin embargo, cada noche, antes de dormir, Tomás miraba sus recortes de los huskies y soñaba con el día en que finalmente tendría uno.

Pasaron semanas asistiendo a su abuela. Cuando regresó a casa, la primera cosa que hizo fue contarle a su mamá cuánto había aprendido.

"Mamá, ayudé mucho a la abuela y fue una experiencia hermosa. Pero aún quiero mi husky. ¿Podemos ir a la tienda?"

"Claro, Tomás. Pero recuerda que un perro es una gran responsabilidad."

Tomás asintió emocionado. Finalmente, el gran día llegó y fueron a la tienda de mascotas. Al entrar, su corazón latía con fuerza. Había muchos perros, ¡pero solo estaba ahí por uno!"¿Dónde está el husky?" - preguntó ansiosamente.

"Allá, en la esquina. Es el más lindo de todos" - le dijo la vendedora.

Cuando se acercó al husky y lo vio, su corazón dio un vuelco. Era perfecto.

"¡Es hermoso!" - exclamó Tomás.

"Si lo deseas, solo necesitas darle un nombre" - dijo la vendedora.

"Lo llamaré... ¡Nieve!" - decidió Tomás.

Llevó a Nieve a casa y, desde ese día, su vida cambió para siempre. Aprendió a cuidar a Nieve, a alimentarlo y a llevarlo a pasear. Cada mañana, salían juntos y Tomás se sentía el niño más feliz del mundo.

Con el tiempo, Tomás se dio cuenta de que tener un perro no era solo acerca de jugar y divertirse; también implicaba responsabilidad.

"¿Por qué es tan importante cuidar de ti, Nieve?" - a veces se preguntaba Tomás.

Con cada desafío, Tomás aprendió a ser más paciente y a entender las necesidades de Nieve. Se hizo amigo de otros dueños de perros y empezó a asistir a clases de adiestramiento con su nuevo amigo.

Un año después, Tomás organizó un pequeño evento en el parque. Invitó a todos sus amigos a llevar sus perros.

"¡Hoy vamos a aprender a trabajar juntos con nuestros perros!" - anunció emocionado.

"Sí, incluso podremos hacer carreras en equipo!" - añadió Ana con alegría.

Tomás vio cómo todos los niños se divertían y él sonreía orgulloso. Había hecho más que solo obtener un husky; había aprendido sobre el amor, la responsabilidad y sobre lo valioso de ayudar a los demás.

"Gracias, Nieve. Por ayudarme a ser mejor," - le dijo Tomás mientras acariciaba su pelaje suave. "Siempre serás mi mejor amigo."

FIN.

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