El Sueño de Valentina



Había una vez, en un pequeño barrio de Buenos Aires, una niña llamada Valentina. Desde que era muy chica, amaba dibujar. Pasaba horas y horas con su cuaderno de dibujos, creando mundos llenos de colores y criaturas fantásticas. Sin embargo, en su casa y en la escuela, a nadie le importaba su afición.

Un día, mientras Valentina estaba en el parque, dibujando un hermoso paisaje, se acercó su mejor amigo, Lucas.

"Valen, ¿no te gustaría hacer algo más... normal? ¿Como jugar a la pelota o ver tele?" - le dijo Lucas, mirando su dibujo con indiferencia.

Valentina sintió que su corazón se encogía, pero respondió con una sonrisa. "A mí me encanta dibujar, no puedo dejar de hacerlo".

A pesar de lo que pensaban sus amigos, Valentina decidió que iba a seguir persiguiendo su sueño de ser artista. Cada día, después de la escuela, se sentaba a dibujar en su habitación y le enseñaba sus obras a su gata, Pelusa, que parecía disfrutar cada trazo.

Un día, Valentina escuchó sobre un concurso de arte en su escuela, donde el ganador podría exponer sus dibujos en una galería local. Se emocionó mucho.

"¡Pelusita! ¡Voy a participar del concurso!" - gritó Valentina mientras acariciaba a su gata.

Día tras día, Valentina se sumergió en su trabajo. Dibujó todo lo que amaba: sus amigos, su familia, el parque, y hasta unos animales divertidos que ella misma inventaba. Sin embargo, unos días antes de entregar su obra, Lucas le comentó en la escuela:

"Valen, ¡todos van a presentar cosas increíbles! Mejor no participes. No tengo ganas de verte triste si no ganas".

Valentina sintió un nudo en el estómago. Pero entonces, recordó las palabras de su mamá: "Lo importante es disfrutar lo que haces. No te preocupes por ganar".

Valentina decidió seguir adelante. Presentó un hermoso dibujo de un dragón amistoso volando sobre la ciudad, lleno de color y alegría.

El día del anuncio del ganador llegó, y Valentina estaba muy nerviosa. Estaba sentada al fondo, con sus dedos apretados, esperando. El director de la escuela subió al escenario y, con una sonrisa, anunció al ganador:

"El primer premio va para... ¡Valentina!"

Valentina no podía creerlo. El auditorio estalló en aplausos, y ella subió al escenario con una inmensa sonrisa.

"¡Yo siempre supe que podías!" - le gritó Lucas, mientras aplaudía con fuerza.

Después del concurso, algo increíble sucedió. El director de la galería local vio el dibujo de Valentina y le ofreció la oportunidad de exponer su arte allí.

Valentina, llena de alegría, aceptó.

"¡Es mi sueño!" - dijo, emocionada.

La noche de la exposición, todos sus amigos y su familia fueron a verla. Valentina explicó sus dibujos y cómo cada uno representaba un pedacito de su corazón.

"Valen, nunca pensé que pudiera gustarme tanto tu arte" - admitió Lucas.

La galería estaba llena de gente que disfrutaba de su talento. Valentina se dio cuenta de que, aunque algunos no la apoyaron desde el comienzo, su perseverancia la llevó a cumplir su sueño.

Con el tiempo, Valentina se convirtió en una artista reconocida en su ciudad. Nunca olvidó aquellos días en los que nadie creía en ella. Cada vez que se encontraba con un niño que soñaba con hacer arte, les decía:

"No importa lo que piensen los demás. Si amás lo que haces, seguí adelante. ¡Seguí soñando!"

Y así, Valentina enseñó a muchos que los sueños se realizan con esfuerzo y pasión, convirtiéndose en una inspiración no solo para su círculo, sino para todos aquellos que tenían un sueño por cumplir.

FIN.

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