El Sueño de Valentina



En la caleta de La Tortuga, vivía una niña de ocho años llamada Valentina. Ella era conocida por su alegre sonrisa y sus grandes sueños. Cada mañana, saltaba de la cama con entusiasmo y se vestía rápidamente para ir a la escuela.

"- ¡Mamá! ¡Ya estoy lista!", gritaba mientras corría hacia la cocina.

Su madre, una mujer trabajadora que vendía pescados en el mercado local, la miraba con ternura.

"- Valen, esperá un minuto. ¡Tómate un desayuno primero!", le decía mientras le ponía un plato humeante de arroz con huevo.

Valentina no se hacía rogar y devoraba su desayuno rápidamente. Sabía que su educación era su camino para conseguir una vida mejor. Cada día en la escuela, la maestra, la señorita Rosa, les decía a los alumnos sobre la importancia de aprender y soñar en grande.

"- Recuerden, chicos, la educación es la llave que abre muchas puertas en la vida", solía decirles mientras escribía en la pizarra.

Valentina escuchaba atentamente, guardando en su corazón cada palabra. Pero había algo que la preocupaba. Su familia no tenía mucho dinero, y ella sabía que necesitaban ahorrar para cubrir los gastos del hogar.

"- Mamá, ¿cómo haremos para comprarme una mochila nueva? La mía está rota y me da vergüenza ir así a la escuela", le dijo Valentina un día.

"- Hija, estoy haciendo lo posible, pero tenemos que cuidar cada centavo. A veces tenemos que priorizar lo esencial", respondió su madre con la mirada cansada.

Valentina se sintió un poco desanimada, pero eso no la detuvo. Un día, mientras caminaba hacia la escuela, vio un anuncio en la plaza del pueblo:

"Concurso de Dibujo Infantil: Ganá útiles escolares para tu próxima vuelta al cole!"

"- ¡Eso es! ¡Puedo participar!", pensó emocionada Valentina. Comenzó a dibujar una escena de la caleta, con sus amigos jugando en la playa y las gaviotas volando.

Días después, el momento del concurso llegó. Valentina temblaba de nervios al mostrar su dibujo al jurado. Al final, se resultó que su dibujo fue elegido como el mejor de todos.

"- ¡Valentina, lo hiciste!", gritó su amiga Lucía cuando se enteró de la noticia.

"- Gracias, Lucía, no lo puedo creer!", respondió Valentina aún incrédula. Ganó una increíble mochila llena de útiles escolares y unos cuadernos coloridos.

La noticia de su triunfo se extendió por todo el pueblo y su madre, viendo la felicidad de su hija, se sintió muy orgullosa.

"- Estoy tan orgullosa de vos, Valen. Esto es solo el comienzo de tus logros", dijo ella, abrazándola fuerte.

Valentina, con su nueva mochila, se presentó el primer día de clases con confianza. La gente la miraba admirada, y su maestra también se sintió muy orgullosa.

"- Hoy apreciamos el esfuerzo y la creatividad de Valentina!", anunció la señorita Rosa frente a la clase.

Pero no todo fue color de rosa. Más adelante, Valentina vio que algunos compañeros de clase no tenían suficientes útiles, y eso la conmovió.

"- Chicos, ¿por qué no me dicen lo que necesitan?", les preguntó un día.

"- No, Valen. No podemos, no queremos que pienses que tenemos menos", respondió Lucas.

Valentina pensó en lo que había aprendido: la educación no solo se trata de uno mismo, sino de ayudar a los demás.

"- Eso no importa. Podemos compartir lo que tengo. ¡Podemos organizar una recolección de útiles!", sugirió Valentina.

Así fue como, junto a sus compañeros, comenzaron a recolectar útiles escolares antiguos que otros niños ya no utilizaban. En poco tiempo, lograron armar un paquete impresionante de lápices, cuadernos y mochilas.

Cuando llevaron los útiles a la escuela, Valentina sintió que su corazón se llenaba de alegría al ver las sonrisas de aquellos niños que antes estaban tristes.

"- ¡Gracias, Valentina! Sos una gran amiga!", decía uno.

Con el paso del tiempo, Valentina y sus compañeros se convirtieron en un grupo unido, siempre apoyándose mutuamente. Fue así como la niña que tenía una mochila rota se convirtió en un símbolo de esperanza y solidaridad en La Tortuga.

Al final del año, Valentina no solo había aprendido mucho en la escuela, sino que también había ayudado a otros a alcanzar sus propias metas. Ella había descubierto que los sueños pueden volar alto, sobre todo cuando se está rodeada de amigos.

FIN.

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