El Sueño de Valentina



Había una vez en un pequeño pueblo una niña llamada Valentina, que tenía una gran pasión: ¡maquillarse! Cada tarde, después de la escuela, Valentina se reunía con sus amigas en el parque a jugar y experimentar con colores y brillos. En su pequeño maletín de maquillaje, guardaba sombras, lápices labiales de todos los tonos y brillos de labios que hacían que se sintiera como una verdadera artista.

Sin embargo, había un pequeño problema. Sus padres no aprobaban su pasión. A veces, su mamá decía: "Valentina, eso no es una actividad para una niña de tu edad. Deberías preocuparte más por tus estudios."

Y su papá también se sumaba: "¡Sí! ¡El maquillaje es solo para las artistas de la tele! Quería que jugaras a algo más ‘serio’."

Pero Valentina sabía que el maquillaje no solo era diversión; era una forma de expresión. Así que un día, decidió organizar un desfile de moda con sus amigas en el parque. "¡Chicas! ¡Vamos a hacer un desfile!" les propuso con entusiasmo.

Sus amigas, Ana y Lucía, la miraron emocionadas. "¡Sí! Será genial, podemos maquillarnos y mostrar nuestros looks a todos", dijo Ana.

Lucía agregó: "¡Vamos a buscar disfraces!"

Las tres pasaron días preparándose para el evento. Maquillajes, coloridos, peinados extravagantes y, por supuesto, mucho trabajo en equipo. Valentina se sentía más feliz que nunca.

El día del desfile llegó. Colocaron una pasarela improvisada en el parque, invitaron a todos sus compañeros de clase y, orgullosas, dieron su mejor espectáculo. La música sonaba y la gente aplaudía.

"¡Mirá, Valen! ¡Está lleno de gente!" gritó Lucía con alegría.

Pero, para su sorpresa, entre la multitud estaban sus padres, que la miraban con caras de sorpresa.

"¿Valentina? ¡No puedo creer que hiciste esto!" dijo su mamá, sorprendida.

"¡Es hermoso!" exclamó su papá, mientras filmaba con su celular.

Durante el desfile, Valentina se sintió llena de confianza. Con su sonrisa deslumbrante y sus manos llenas de color, mostró su arte al mundo. Desde ese momento, sus padres comenzaron a comprender que el maquillaje no solo era un juego, sino una habilidad que podía cultivar.

Después del desfile, Valentina se acercó a sus papás. "¿Ven? El maquillaje puede ser bello y divertido, y me hizo sentir muy feliz."

Sus padres, con el corazón lleno de orgullo, le contestaron: "Tienes razón, Valentina. Nos dimos cuenta de que al expresar tu creatividad, estás mostrando quién eres realmente. "

"Y eso es lo más importante", agregó su mamá.

Así, Valentina no solo demostró a sus padres su talento, sino que también les enseñó que cada uno tiene su forma de brillar en el mundo. Desde ese día, sus papás dejaron que continuara explorando su pasión, apoyando siempre que pudiera aprender y crecer en lo que le gustaba.

Valentina aprendió que ser diferente es lo que nos hace especiales y que nunca debemos dejar de lado nuestras pasiones. Con el tiempo, comenzó a tomar clases sobre maquillaje y arte, y decidió que un día quería ser maquilladora profesional.

Con el apoyo de sus amigos y, finalmente, el de sus padres, Valentina siguió su camino de sueños y colores hasta hacer de su amor por el maquillaje su mayor habilidad.

Y así fue como Valentina, la niña apasionada por el maquillaje, demostró que si seguimos nuestros corazones y luchamos por nuestras pasiones, ¡podemos hacer brillar el mundo de maneras increíbles!

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!