El Sueño de Valorín
Había una vez un niño llamado Lucas, que vivía en un hermoso barrio de Buenos Aires. A pesar de vivir en un lugar lleno de alegría, Lucas tenía un problema: hablaba malas palabras y no respetaba a sus profesores ni a sus compañeros. En la escuela, su actitud lo había llevado a ser visto como un niño problemático. Los otros chicos lo evitaban y los maestros estaban preocupados por su comportamiento.
Una noche, mientras Lucas dormía, tuvo un sueño extraño. Se encontró en un mundo colorido y luminoso donde todo parecía estar lleno de vida. Allí conoció a un grupo de personajes mágicos que se presentaron como los Valores: el Respeto, la Solidaridad, la Empatía y el Amor.
"Hola, Lucas. Somos los Valores y hemos venido a mostrarte algo muy especial", dijo Respeto, un personaje con una capa brillante.
Lucas se frotó los ojos, intrigado. "¿Valores? ¿Qué son esos?"
"Somos lo que hace que el mundo sea un lugar mejor. Sin nosotros, todo se convierte en caos", explicó Empatía, una niña amable con una sonrisa cálida.
"¿Caos? ¿Qué querés decir?" preguntó Lucas, confundido.
"Mirá a tu alrededor", dijo Solidaridad, un niño fuerte que extendió su mano señalando las escenas que se manifestaban en el cielo. De repente, Lucas vio a sus compañeros de clase, tristes y alejados de él.
"No se divierten ni se ríen, porque solo les gritás y les decís cosas feas. ¿Te gustaría que te traten así a vos?"
Un escalofrío recorrió la espalda de Lucas. No podía imaginarse a sí mismo así, vacío de amigos y rodeado de tristeza.
"Está bien, entiendo... Pero, ¿cómo puedo cambiar?" preguntó Lucas, con un atisbo de arrepentimiento en su voz.
Amor, un personaje brillante y tierno, se acercó. "Todo comienza con un paso: el deseo de ser mejor. La verdad es que nadie quiere estar solo, y todos merecen ser tratados con respeto. Si vos aprendés a respetar a los demás, ellos te respetarán a vos."
Lucas reflexionó un momento. Sabía que había estado actuando de manera egoísta, pero no estaba seguro de cómo cambiar.
"Pero esto no es fácil... No sé cómo hacerlo en la vida real".
"Nosotros estaremos contigo, Lucas. Recuerda: cada vez que uses una palabra amable, un acto de solidaridad o comprendas a alguien, estarás practicando nuestros valores. Tenés la fuerza para hacerlo", dijo Empatía mientras tomaba la mano de Lucas.
De repente, todo comenzó a girar y luces brillantes llenaron el horizonte. Lucas se sintió un poco abrumado, pero a la vez esperanzado.
Cuando despertó, el día había comenzado y Lucas decidió que era hora de poner en práctica lo que había aprendido. En el recreo, vio a un compañero que había caído y se había lastimado la rodilla.
"¡Che, todo bien! ¿Necesitás ayuda?" dijo, acercándose.
Su compañero lo miró sorprendido. "¿De verdad me vas a ayudar?"
"Sí, claro. ¡Vamos a buscar enfermería juntos!" dijo Lucas mientras sonreía.
Poco a poco, cada pequeña acción que Lucas comenzaba a realizar le traía nuevas amistades y momentos de alegría.
La gente empezó a notar el cambio.
"¡Mirá cómo se porta Lucas ahora! Es mucho más divertido jugar con él", comentaban sus compañeros.
Pasaron los meses, y Lucas ya no era el mismo niño que se preocupaba solo por sí mismo. Había aprendido a tratar a los demás como quería ser tratado. Los Valores lo visitaron en sus sueños de vez en cuando, sonriendo al ver su progreso y felicidad.
Así, Lucas se convirtió en un niño querido y respetado en su escuela, demostrando que con un poco de esfuerzo y un corazón amable, cualquier persona puede cambiar su historia y la de los demás.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.