El Sueño de Volar de Mateo
En una casa acogedora al borde de un bosque, vivía un niño llamado Mateo. Desde muy pequeño había soñado con volar como los pájaros. Cada noche, al cerrar los ojos, se imaginaba surcando los cielos, pero, cada mañana, la realidad lo despertaba. Un día, mientras jugaba en su jardín, se encontró con un pequeño loro que parecía triste.
"¿Por qué estás tan triste, pajarito?" - le preguntó Mateo.
"No puedo volar como los demás", respondió el loro con una voz suave. "Mi ala está lastimada y tengo miedo de caer."
Mateo sintió una punzada de empatía. "Yo también tengo miedo de volar, pero tengo un sueño. Quiero ayudarte a que vuelvas a alzar vuelo. ¿Te gustaría?" - dijo decidido. El loro, que se llamaba Lila, miró a Mateo con curiosidad.
"¿De verdad crees que puedes ayudarme?" - preguntó Lila.
"Sí, lo creo. Juntos podemos encontrar una forma. Vamos a buscar..."
Así, Mateo y Lila partieron en busca de un remedio para el ala de la pequeña ave. En su camino, encontraron a un grupo de animales del bosque que se ofrecieron a ayudarles:
"Nosotros podemos buscar hierbas y plantas que sanen tu ala," - dijo un astuto conejo.
"Y yo puedo llevarles agua fresca," - agregó una tortuga.
Mateo asintió con entusiasmo y juntos comenzaron una emocionante aventura. Mientras recogían distintas plantas, el conejo hizo una pregunta intrigante:
"Mateo, ¿qué es eso de volar que tanto deseas?"
"Es la sensación de libertad, de poder ver el mundo desde las nubes, de dejarnos llevar por el viento. ¡Sería increíble!" - Mateo respondió, soñador.
Pero a medida que avanzaron, se encontraron con un obstáculo: un río caudaloso. El grupo se detuvo, y se sintió el miedo en el aire. Lila miró la corriente con temor.
"No puedo cruzar... no puedo volar..."
Mateo se dio cuenta de que no solo Lila tenía miedo. "A veces, hay que enfrentar nuestros miedos para alcanzar nuestros sueños. ¡Podemos construir un puente con estas ramas!" - comenzó a buscar materiales.
Los animales se unieron a él, y juntos construyeron un pequeño puente. Cuando Mateo cruzó, sintió la emoción en el aire. Lila, al verlo, decidió intentarlo también. Con el aliento entrecortado, dio un paso tras otro y cruzó con la ayuda de sus amigos.
Una vez al otro lado, encontraron las hierbas que buscaban y se dirigieron rápidamente a la casa de Mateo. Con mucho cuidado, aplicaron el ungüento que hicieron con las plantas en el ala de Lila. Después de un rato, Lila comenzó a mover su ala.
"¡Lo siento! No quiero volver a tener miedo. ¡Quiero volar!" - gritó emocionada.
Con la ayuda de Mateo y los demás animales, Lila se impulsó y dio su primer vuelo. Sus alas ahora estaban sanas y fuertes. "¡Miren! ¡Estoy volando!" - exclamó, feliz de ver el mundo desde lo alto.
Mateo, viendo a su amiga volar, sintió que su sueño estaba más cerca. "¿Y si un día tú y yo volamos juntos?" - le preguntó a Lila.
"¡Sí! ¡Déjame enseñarte!" - respondió ella, dando vueltas en el aire.
Así, con el tiempo, Mateo aprendió a enfrentar sus miedos. Lila, llena de alegría, lo llevó en su lomo por todo el bosque, y juntos descubrirían otros sueños.
Desde ese día, la casa de Mateo siempre estaba llena de risas y aventuras. Los dos amigos recordaban que aunque tuvieran miedo, siempre podían encontrar la fuerza dentro de ellos y apoyarse mutuamente.
Esta historia de amistad les enseñó que los sueños pueden hacerse realidad si se enfrentan con valentía y con el apoyo de quienes nos quieren.
Y así, Mateo y Lila volaron juntos en sus sueños, explorando el vasto cielo y el hermoso mundo, siempre recordando que no estaban solos.
A veces, solo hay que dar el primer paso, aunque nos dé miedo.
FIN.