El sueño del búho



Santiago era un niño muy activo y curioso que siempre quería estar explorando y aprendiendo cosas nuevas. Sin embargo, cuando llegaba la noche, tenía dificultades para conciliar el sueño.

Se pasaba horas dando vueltas en la cama, pensando en todo lo que había hecho durante el día y preocupándose por las cosas que tenía que hacer al día siguiente.

Su mamá intentaba ayudarlo de todas las formas posibles: le contaba cuentos, le daba una taza de té caliente o incluso lo llevaba a dar una vuelta en auto para relajarlo. Pero nada parecía funcionar.

Un día, mientras estaban paseando por el parque cercano a su casa, Santiago se encontró con un búho sabio y anciano que vivía en uno de los árboles más altos del lugar. El búho notó la tristeza y el cansancio en los ojos del niño y decidió acercarse a él. "Hola pequeño", dijo el búho con voz grave.

"¿Por qué tienes esa cara tan triste?""Es que no puedo dormir", respondió Santiago con voz apagada. El búho asintió comprensivamente. "Comprendo tu problema. Yo también solía tener problemas para dormir cuando era joven.

"Santiago se sorprendió ante la idea de que alguien como un búho pudiera tener problemas similares a los suyos. "¿Y cómo lo superaste?", preguntó Santiago interesado.

"Bueno, descubrí algo muy importante: cada vez que me enfocaba demasiado en mis pensamientos antes de dormirme, mi mente se mantenía activa e inquieta", explicó el búho.

"Así que decidí probar algo nuevo: en lugar de pensar en todo lo que había hecho durante el día, empecé a enfocarme en mi respiración y a visualizar cosas tranquilas y relajantes, como un bosque o una playa. "Santiago escuchaba atentamente las palabras del búho sabio. "¿Y funcionó?", preguntó con esperanza. "Por supuesto", respondió el búho con una sonrisa.

"Al final, descubrí que la clave para dormir bien era dejar ir mis pensamientos y permitirme sumergirme en un estado de paz y tranquilidad. "Con esa nueva información, Santiago decidió probarlo esa misma noche. Se acostó en su cama, cerró los ojos y se enfocó en su respiración.

Visualizó un hermoso jardín lleno de flores coloridas y pájaros cantando. Poco a poco, su mente se fue calmando hasta que finalmente se quedó profundamente dormido.

A partir de entonces, Santiago practicaba todos los días antes de dormir la técnica que le enseñó el búho sabio. Y aunque todavía tenía algunas noches difíciles ocasionalmente, siempre recordaba las palabras del viejo búho y encontraba la paz interior necesaria para conciliar el sueño.

El encuentro con el sabio búho le había enseñado una importante lección: nunca es tarde para aprender nuevas formas de superar nuestros desafíos diarios.

FIN.

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