El Sueño del Gol


Yago era un niño muy aplicado en sus estudios. Siempre se esforzaba por sacar buenas notas y estar en los primeros puestos de su clase. Pero también tenía una gran pasión: el fútbol.

Desde pequeño, había soñado con ser arquero como su ídolo, el Dibu Martínez. Un día, después de terminar sus tareas escolares, Yago salió a jugar con sus amigos al parque cercano a su casa.

Allí se encontró con Tomás, un chico que jugaba muy bien al fútbol y que siempre ganaba en los partidos. "¡Hola Yago! ¿Quieres jugar un partido?" -le preguntó Tomás. "Claro que sí", respondió Yago emocionado. El partido comenzó y ambos equipos luchaban por ganar.

Pero Tomás parecía imparable y cada vez que tiraba al arco, la pelota entraba sin problemas. Yago intentaba detener todos los tiros pero no podía hacer nada para evitar los goles.

"No puedo más", pensó Yago desanimado mientras miraba hacia la portería vacía del equipo contrario. En ese momento recordó las palabras de su padre: "Si quieres lograr algo en la vida, tienes que trabajar duro para conseguirlo". Decidido a no rendirse, Yago volvió al campo con una nueva estrategia.

Se concentró en cada tiro y se movió rápido para detenerlos uno tras otro. Los amigos de Tomás se sorprendieron al ver cómo Yago había mejorado tanto desde la última vez que jugaron juntos.

Al final del partido, el marcador estaba empatado y todos aplaudieron a ambos equipos por su esfuerzo. Yago se sintió muy feliz de haber demostrado que con dedicación y trabajo duro, podía mejorar en el fútbol. "¿Sabes qué, Yago?", dijo Tomás acercándose a él.

"Eres un gran arquero, podrías ser como el Dibu Martínez algún día". Yago sonrió al escuchar esas palabras y pensó para sí mismo: "Sí, lo lograré si sigo trabajando duro".

Desde ese día, Yago siguió estudiando con dedicación pero también practicaba fútbol todos los días. Con el tiempo, se convirtió en uno de los mejores arqueros de su equipo y ganaron muchos partidos gracias a sus habilidades.

Un día, mientras veía un partido del Dibu Martínez por la televisión con su padre, Yago se emocionó al ver cómo su ídolo hacía grandes paradas en la portería. "Algún día quiero ser como él", le dijo a su padre.

"Si sigues trabajando duro como hasta ahora, estoy seguro de que lo lograrás", respondió su padre. Y así fue como Yago aprendió que con perseverancia y dedicación podía alcanzar cualquier meta que se propusiera en la vida.

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