El sueño del marinero



En un pequeño pueblo costero del Ecuador, vivía un niño llamado Mateo. Desde pequeño, Mateo soñaba con ser un marinero para poder salvaguardar los preciosos mares de su país. Admiraba a los pescadores de Guayaquil y deseaba que ellos pudieran impulsar sus raíces y ayudar a los descendientes a continuar con el legado de sus padres, dejando huellas hermosas para la ciudad.

Una tarde, mientras jugaba en la playa, Mateo se encontró con el pescador Don Eduardo, un amable hombre de mar. Mateo se acercó y le preguntó:

- ¿Cómo puedo convertirme en un buen marinero, Don Eduardo? Quiero proteger nuestros mares y ayudar a los pescadores.

Don Eduardo sonrió y le dijo:

- La clave, Mateo, está en aprender a amar y respetar el mar. Debes estudiar sobre la vida marina, aprender a navegar y entender la importancia de conservar nuestros océanos.

Entusiasmado, Mateo se puso en marcha. Estudiaba durante el día y practicaba navegación en un pequeño bote por las tardes. Con el tiempo, se convirtió en un habilidoso marinero.

Un día, mientras navegaba, Mateo vio algo que entristeció su corazón: las aguas estaban llenas de basura. Decidió tomar acción y reunió a los pescadores de Guayaquil para limpiar el mar. Juntos, lograron retirar toneladas de desechos, devolviendo la vida al océano. Su valiente acción fue reconocida por toda la ciudad.

Mateo y los pescadores continuaron con su labor, convirtiéndose en poderosos guardianes de los mares. Las generaciones futuras de pescadores siguieron su ejemplo, protegiendo los océanos y dejando huellas hermosas para la ciudad.

Y así, el sueño de Mateo se hizo realidad: se convirtió en un marinero valiente que, junto a los pescadores de Guayaquil, salvaguardó los mares del Ecuador y dejó un legado de amor y respeto por el mar.

FIN.

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