El Sueño del Pequeño Elefante



Había una vez un elefante llamado Eli que vivía en la vasta y hermosa sabana africana. Eli era un elefante muy curioso, pero había algo que lo preocupaba: su tamaño. A menudo, observaba como los otros animales que eran más pequeños podían correr y esconderse fácilmente cuando los cazadores entraban a la selva.

"¡Oh! Si tan solo pudiera ser pequeño como un ratón o un antílope, podría esconderme y evitar a los cazadores" - solía suspirar Eli, mirando envidiosamente a los demás animales que jugaban a saltar y jugar al escondite.

Un día, mientras Eli caminaba por el bosque, escuchó un hermoso canto proveniente de un árbol cercano. Decidió acercarse a ver qué era y allí encontró a una pequeña ave llamada Lila.

"Hola, elefante. ¿Por qué tan triste?" - preguntó Lila.

"Hola, ave. Me gustaría ser pequeño para poder esconderme de los cazadores. Estoy cansado de tener miedo cada vez que escucho un ruido extraño" - respondió Eli con un suspiro.

"¿Y si te digo que existe una forma de hacerlo?" - dijo Lila emocionada.

"¿De verdad?" - exclamó Eli, iluminándose de esperanza.

"Sí, en la colina mágica, hay un árbol que concede deseos a los que son sinceros de corazón. Solo debes ir y pedirlo" - explicó Lila.

Eli no podía creer lo que escuchaba. Sin pensarlo dos veces, decidió emprender el viaje hacia la colina mágica. La travesía fue larga y difícil, pero Eli estaba decidido. En el camino, conoció a una tortuga llamada Toto.

"¿A dónde vas, Eli?" - preguntó Toto, mientras marchaba lentamente.

"Voy a la colina mágica para convertirme en pequeño" - respondió Eli.

"Eso suena interesante, pero te recomiendo que pienses bien antes de hacer un deseo. A veces, ser grande también tiene sus ventajas" - aconsejó Toto.

"¿Como cuáles?" - inquirió Eli, algo confundido.

"Como poder ayudar a los demás. Tus amigos te quieren tal como eres. No todos los animales pueden ser grandes como tú" - dijo Toto con sabiduría.

Eli reflexionó sobre lo que había dicho Toto, pero su deseo de ser pequeño seguía presente. Cuando finalmente llegó a la colina mágica, se encontró frente al árbol que brillaba con una luz mágica.

"Árbol mágico, deseo ser pequeño para poder esconderme de los cazadores" - pidió Eli con toda su fuerza.

De repente, una ráfaga de viento sopló y el árbol empezó a brillar intensamente. Eli sintió una extraña sensación y poco a poco vio cómo su cuerpo comenzaba a encogerse. Antes de que se diera cuenta, se convirtió en un pequeño elefante, del tamaño de un gatito.

Eli estaba emocionado, pero pronto se dio cuenta de que las cosas no eran como había imaginado. Ser pequeño no era tan fácil.

"¡Ahora no puedo alcanzar las hojas de los árboles!" - gritó Eli, intentando subir a un tronco.

Mientras intentaba escalar, escuchó un ruido. Miró hacia arriba y vio a un grupo de cazadores acercándose. Se asustó y buscó un lugar donde esconderse, pero con su nuevo tamaño, todo parecía difícil. Intentó esconderse detrás de una piedra, pero ya no era suficiente.

"¡Ayuda!" - gritó Eli.

Justo en ese momento, Lila, Toto y otros animales del bosque llegaron corriendo.

"¡Eli, aquí estamos!" - gritó Lila.

Toto y los demás animales formaron una línea y cubrieron a Eli con sus cuerpos. Los cazadores miraron alrededor confundidos.

"¿Dónde se fue este elefante gigante?" - preguntó uno de ellos.

Eli se dio cuenta de que, aunque era pequeño, sus amigos estaban allí para protegerlo. Con su ayuda, encontró un escondite seguro, y los cazadores no pudieron encontrarlo.

"¿Ves, Eli? Tu tamaño no es lo que te hace fuerte. Es tu corazón y la amistad que tienes con los demás" - dijo Toto con una sonrisa.

Eli miró a cada uno de sus amigos y entendió que había cometido un error al desear ser pequeño. Decidió regresar al árbol mágico.

Al llegar de nuevo al árbol, Eli pidió:

"Árbol mágico, deseo volver a ser como era antes".

El árbol brilló una vez más, y en un instante, Eli se encontró de nuevo en su tamaño original.

"¡Oh, gracias! Ahora me siento mejor" - exclamó Eli, saltando de alegría.

Desde aquel día, Eli aprendió a apreciar su tamaño y, sobre todo, el valor de la amistad. Ayudaba a sus amigos y los protegía de los cazadores. Ya no le tenía miedo a ser un gran elefante porque entendió que ser grande también significaba ser valiente y generoso.

Y así, Eli vivió feliz en la sabana, disfrutando del amor de sus amigos y sabiendo que siempre sería mejor ser uno mismo en vez de desear ser alguien más.

FIN.

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