El sueño del pequeño pino
En un bosque exuberante de Argentina, vivía un pequeño pino llamado Pipo. Desde muy chiquito, Pipo soñaba con convertirse en el árbol de Navidad más hermoso del bosque. -¡Cómo me gustaría crecer y crecer! repetía Pipo, mirando con admiración a los grandes pinos que se alzaban orgullosos a su alrededor. -Un día, seré el árbol más alto de todos y los leñadores me elegirán para adornar las casas en Navidad.
Los años pasaron, y Pipo, aunque crecía despacio, nunca perdió la esperanza. -Yo puedo hacerlo -se decía, mientras se acomodaba al sol y disfrutaba del agua de lluvia. Pero había algo que siempre le preocupaba. Había escuchado historias de otros árboles que, al ser elegidos, eran talados y llevados muy lejos de su hogar.
Un día, mientras escuchaba una conversación entre las aves que anidaban en sus ramas, le llegó un comentario que lo puso a pensar. -Dicen que los leñadores buscan árboles grandes y fuertes, pero también los que tengan más historia. -¿Historia? -se preguntó Pipo. -¿Cómo puedo tener una historia si sigo siendo tan pequeño?
Con la ayuda de su amiga la liebre, Lila, Pipo decidió que necesitaba hacer algo especial para que su vida tuviera sentido. -Vamos a hacer que este bosque sea más lindo, y eso ayudará a que los leñadores se fijen en mí -dijo Lila. Juntos, decidieron plantar flores silvestres y ayudar a otros animales del bosque. Así comenzaron a participar en la magia del bosque, decorando el lugar con risas y color.
De la mano de su esfuerzo, Pipo comenzó a crecer. Un año, un viento fuerte se llevó muchas hojas de sus ramas, y Pipo se sintió triste. -Nunca creceré lo suficiente -se lamentó.
-¡Pero mira cuántos amigos has hecho! -le respondió Lila. -Cada uno de nosotros tiene su propia historia, y tú también la tienes. -Mejorar el bosque y hacer felices a los demás es una gran historia -dijo un viejo roble que se erguía en el centro del bosque. -Cada acción cuenta, y eso es lo que realmente importa.
Así fue como Pipo siguió trabajando, encontrando formas de embellecer su hogar. Pasaron los años, y cuando llegó el tiempo de navidad, los leñadores llegaron al bosque. Pipo sentía una mezcla de emoción y miedo. -¿Seré yo el elegido? -se preguntaba con ansias. Los leñadores comenzaron a elegir; observaron árboles altos y frondosos, pero también fueron sorprendidos por la belleza del bosque, con flores y hojas que pintaban todo de colores vibrantes.
De repente, uno de los leñadores se acercó a Pipo. -Mirá lo que tenemos aquí -dijo, admirando el pequeño pino, que aunque no era el más alto, se veía lleno de vida y alegría. -Éste tiene una historia que contar.
Pipo se llenó de felicidad y coraje. Al final, Pipo fue elegido, pero en un giro inesperado, el leñador decidió que, en lugar de llevarlo lejos, lo dejarían en el bosque como el árbol de Navidad donde todos los animales pudieran reunirse. -¡Celebremos la Navidad aquí, en casa! -exclamó el leñador. Así, Pipo se convirtió en el árbol de Navidad del bosque, decorado cada año con flores silvestres y adornos hechos a mano por sus amigos.
Pipo había aprendido que crecer no solo se trataba de alcanzar grandes alturas, sino de ser parte de su comunidad y crear felicidad a su alrededor. -¿Ves, Pipo? -dijo Lila. -Tu verdadera historia es la amistad y el amor por este bosque. Sin dudas, sos el árbol más lindo de todos.
Y así, el pequeño pino cumplió su sueño, no solo al convertirse en el árbol de Navidad, sino también al comprender que su esencia radicaba en la bondad que había compartido con todos a su alrededor.
FIN.