El Sueño del Pequeño Volcán
Era una noche tranquila en la lejana montaña de Fuego, donde el pequeño volcán llamado Victor soñaba con ser mucho más que solo un volcán. Uno de sus sueños más grandes era conocer el mundo desde las alturas, como un avión. A menudo miraba al cielo y veía cómo los aviones se deslizaban suavemente, dejándole una estela de nubes blancas que lo hacían suspirar de envidia.
Una brisa suave soplaba entre los arbolitos que rodeaban a Victor. El viento lo acariciaba, y le decía:
"Victor, ¿por qué no intentás volar?"
"¡Pero soy un volcán! No tengo alas ni puedo dejar la tierra", respondió Victor con tristeza.
Esa noche, mientras la luna iluminaba el paisaje, un niño llamado Luca estaba acampando junto a la montaña de Fuego. Soñaba con aventuras emocionantes, mientras se arropaba debajo de su manta. Cuando escuchó al volcán suspirar, se despertó y decidió explorar.
El niño se acercó al volcán y le dijo:
"¿Por qué suspirás, amigo volcán?"
"Deseo volar como un avión, pero no sé cómo", contestó Victor, haciendo vibrar la tierra bajo sus pies.
Luca hizo una pausa y le dijo:
"¿Por qué no buscás la ayuda del viento? ¡Él es ligero y veloz!"
"Pero, ¿cómo lo haré?" preguntó Victor intrigado.
"No lo sé, ¡pero debemos intentarlo juntos!"
Con esa idea en mente, Victor empezó a hablar con el viento. El viento, que siempre estaba dispuesto a ayudar, se acercó gustosamente, envolviendo a Victor en su abrazo cálido y alegre.
"Victor, si querés volar, primero debés aprender a sentirte ligero. ¿Estás listo para confiar en mí?"
"Sí, estoy listo", respondió Victor emocionado.
Así, el viento empezó a soplar más fuerte, llevando pequeñas rocas y hojas por los aires.
"¡Sostené fuerte! Yo te llevaré hacia el cielo", dijo el viento.
"¡Ay, qué emoción!", gritó Victor.
Pero algo inesperado sucedió. Justo cuando Victor creía que iba a volar, un estruendo aterrador hizo temblar la montaña. Resultó que un grupo de científicos había decidido estudiar la actividad del volcán.
"¡No, no! Eso no es parte de mi plan de vuelo!", chilló Victor.
"No te preocupes, ¡podemos convertirlo en una aventura!", sugirió Luca, mientras los científicos comenzaban a tomar notas.
Con un eco de valentía, Victor decidió hacer temblar la tierra en lugar de asustarse.
"¡Miren, lo que tengo para mostrarles!" exclamó, lanzando pequeñas piedras, como si fueran cohetes, en un espectáculo de luces.
Los científicos quedaron asombrados, vigilando cada movimiento del volcán que despampanaba pequeñas chispeantes de lava.
"¿Acaso pueden ver el potencial que tengo? ¡Puedo crear magia desde aquí abajo!"
Los científicos, inspirados por el entusiasmo de Victor, anotaron todo lo que podían.
"Este volcán no es solo un volcán; tiene un espíritu de aventura", exclamó una de las científicas.
Luca miró a Victor y le dijo:
"Quizás no puedas volar como un avión, pero tenés tu propia forma de hacer magia. Además, siempre estarás en el cielo de los corazones de aquellos que te conocen".
"Sí, eso es verdad. ¡Soy una estrella en mi propia manera!", dijo Victor con una risa retumbante.
Esa noche, el volcán aprendió que lo que realmente importa no es solo tener alas para volar, sino el impacto que uno puede tener en la vida de los otros. Los científicos se fueron celebrando sus notas, y Luca regresó a su tienda, soñando con criaturas mágicas que vivían en volcanes.
Y así, el pequeño volcán no solo se dio cuenta de su valor, sino que también se convirtió en un amigo especial para el niño que creyó en él. Juntos, vivieron muchas más aventuras, inspirando a los que se cruzaban en su camino.
Desde entonces, Victor y el viento se convirtieron en grandes amigos, del mismo modo que Luca aprendió a ver el mundo a través de la magia y la posibilidad que viven en su interior, recordando siempre que todos tienen algo increíble que ofrecer, ya sea plano o en forma de volcán.
Y así, con cada suspiro del viento y cada chispa de lava, el volcán siguió creando su propia senda en el cielo.
FIN.