El sueño del unicornio



Había una vez un hermoso unicornio llamado Arcoíris que vivía en un mágico bosque encantado. Arcoíris era muy especial, ya que tenía la capacidad de correr a gran velocidad y saltar muy alto.

Pero lo que más le gustaba hacer era recorrer el sendero del bosque, lleno de gemas brillantes. Un día, mientras Arcoíris trotaba por el sendero, se dio cuenta de que las gemas estaban dispersadas por todas partes.

Eran tan hermosas y brillantes que no pudo resistirse a saltar sobre ellas una y otra vez. Sin embargo, cada vez que saltaba sobre una gema, esta desaparecía y aparecían nuevas gemas más adelante en el camino.

Arcoíris estaba emocionado con este nuevo desafío y decidió convertirlo en su misión personal. Sabía que debía ser ágil y rápido para esquivar las gemas y saltar sobre ellas sin perder el ritmo. Así comenzó su entrenamiento diario para mejorar sus habilidades.

Un día, mientras Arcoíris corría por el sendero, vio a sus amigos animales observándolo desde la distancia. "¡Wow! ¡Arcoíris es increíble!", dijo Conejito admirado.

"¡Nunca había visto a alguien tan talentoso como él!"Pero no todos los animales estaban impresionados con las habilidades de Arcoíris. Serpentina la serpiente verde estaba celosa de toda la atención que recibía el unicornio. Un día, Serpentina decidió sabotear a Arcoíris para robarle su fama. Esperó pacientemente hasta encontrar el momento adecuado.

Cuando Arcoíris estaba saltando sobre una gema, Serpentina se deslizó sigilosamente y colocó más gemas en el camino. Arcoíris no se dio cuenta de la trampa y continuó saltando sin precaución.

De repente, tropezó con las nuevas gemas y cayó al suelo. Estaba herido y triste por haber fallado en su misión. Los animales del bosque rápidamente rodearon a Arcoíris para consolarlo. "No te preocupes, Arcoíris", dijo Sabio el búho sabio.

"Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos". Arcoíris se levantó lentamente y miró a Serpentina, quien todavía estaba allí observándolo con una sonrisa malvada en su rostro. Decidió que no dejaría que los celos de otros arruinaran su pasión por correr y saltar.

Con determinación renovada, Arcoíris volvió al sendero del bosque. Esta vez estuvo más atento a las trampas que pudieran surgir en el camino. Saltaba con agilidad y destreza, esquivando todas las gemas que aparecían frente a él.

Serpentina quedó sorprendida al ver cómo Arcoíris superaba todos los obstáculos sin problemas. Se dio cuenta de que había cometido un error al intentar sabotearlo y sintió remordimiento por sus acciones.

Finalmente, Arcoíris llegó al final del sendero del bosque sin haber tocado ninguna gema adicional. Los animales aplaudieron emocionados mientras él daba un elegante salto final antes de detenerse. "¡Eres asombroso, Arcoíris!", exclamó Conejito.

"Has demostrado que no importa cuántas dificultades se interpongan en tu camino, siempre puedes superarlas". Arcoíris sonrió y agradeció a sus amigos por su apoyo. Aprendió una valiosa lección de esta experiencia: nunca debes permitir que los celos o las trampas de otros te impidan perseguir tus sueños.

Desde ese día en adelante, Arcoíris siguió corriendo y saltando por el sendero del bosque, inspirando a todos los animales con su determinación y espíritu inquebrantable.

Y aunque las gemas seguían apareciendo en su camino, él sabía que podía enfrentar cualquier desafío que se presentara.

FIN.

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