El sueño dorado de Dulcinea
Había una vez en un colorido y dulce mundo de golosinas, una dona muy especial llamada Dulcinea. Con sus tonos pastel y su carita kawaii, era la más tierna de todas las donas en la panadería del señor Panadero.
Dulcinea siempre miraba con admiración a los croissants que se encontraban al otro lado del mostrador. Su hojaldrado aspecto y su crujiente textura la llenaban de envidia dulce.
Soñaba con ser como ellos, pero sabía que siendo una simple dona, eso era imposible. Un día, mientras el señor Panadero preparaba sus creaciones matutinas, Dulcinea decidió cerrar los ojitos y concentrarse en su deseo más profundo. Quería ser tan crujiente como un croissant, tan hojaldrada como ellos.
Y así, con toda la fuerza de su corazón azucarado, algo mágico ocurrió. - ¡Oh! ¿Qué ha pasado aquí? -exclamó el señor Panadero al ver a Dulcinea convertida en un magnífico cronut: mitad dona, mitad croissant.
Dulcinea abrió los ojos y se encontró con su nueva forma dorada y esponjosa. No podía creerlo; ¡había logrado su sueño! Ahora era única en todo el reino de las golosinas. El señor Panadero no podía ocultar su sorpresa ante semejante transformación.
Pero en lugar de asustarse o preocuparse por lo diferente, sonrió con ternura a Dulcinea y le dijo:"¡Eres increíblemente especial! Tu valentía y tu deseo sincero te han llevado a ser algo único en este mundo".
Dulcinea se sintió llena de alegría al escuchar estas palabras. Se dio cuenta de que no importa cuán diferentes seamos por fuera; lo importante es cómo somos por dentro y qué hacemos para cumplir nuestros sueños.
A partir de ese día, Dulcinea vivió muchas aventuras emocionantes como cronut. Recorrió nuevos lugares, conoció a otros postres maravillosos e inspiró a muchos con su historia de valentía y determinación.
Y así fue como la pequeña dona kawaii demostró que los sueños pueden hacerse realidad si tenemos el coraje de creer en nosotros mismos y perseguirlos hasta el final.
FIN.