El sueño en París
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina dos hermanos llamados Pedro y Marco. Desde muy pequeños, ambos compartían una gran pasión por el fútbol.
Pasaban horas jugando en el patio trasero de su casa, soñando con algún día poder ver a sus futbolistas preferidos y visitar los estadios más famosos del mundo. Un día, mientras veían un partido por televisión, Pedro tuvo una idea brillante.
Saltó emocionado del sofá y le dijo a Marco: "¡Hermano, debemos ir a París para ver el estadio de nuestros sueños y conocer a nuestros ídolos!". Marco se emocionó tanto como su hermano y juntos comenzaron a planificar su aventura.
Ahorraron todo el dinero que podían durante meses, vendieron limonada en la calle y trabajaron en el jardín de los vecinos para conseguir más dinero. Finalmente, llegó el día tan esperado. Pedro y Marco se subieron al avión rumbo a París con sus corazones llenos de emoción.
Al llegar a la ciudad de las luces, no podían creer lo que veían: calles llenas de historia y cultura. "Pedro, esto es increíble", exclamó Marco mientras caminaban por las calles adoquinadas. "Lo sé, hermano.
Pero recuerda nuestro objetivo principal: ¡conocer el estadio!"Los dos hermanos investigaron cómo llegar al estadio e hicieron todo lo posible para obtener entradas para el próximo partido del equipo local.
Sin embargo, cuando llegaron al lugar donde deberían estar las taquillas, se encontraron con una larga fila que parecía interminable. "¡No podemos perder la esperanza, Marco!", dijo Pedro con determinación. "Tienes razón, hermano. Vamos a encontrar una solución", respondió Marco.
Decidieron hablar con los aficionados que hacían cola y les contaron su historia. Fue entonces cuando un hombre mayor se acercó a ellos y les dijo: "Chicos, tengo dos entradas extra para el partido de hoy. Parece que están destinados a estar aquí".
Pedro y Marco no podían creer su suerte. Agradecidos, le dieron un abrazo al hombre antes de entrar al estadio.
Una vez dentro del estadio, sus ojos se iluminaron al ver el campo verde perfectamente cuidado y las gradas llenas de fanáticos apasionados. Durante el partido, los hermanos disfrutaron cada segundo mientras animaban a sus ídolos desde las gradas.
Al finalizar el encuentro, decidieron quedarse un poco más en París para explorar la ciudad y quizás tener la oportunidad de conocer a sus futbolistas preferidos. Un día paseando por los Jardines de Luxemburgo, Pedro y Marco vieron algo sorprendente: ¡uno de sus jugadores favoritos estaba allí! Sin pensarlo dos veces, corrieron hacia él gritando emocionados.
El jugador se sorprendió gratamente al ver la emoción en los ojos de esos niños argentinos. Les dedicó unos minutos para charlar con ellos e incluso accedió a tomarse una foto juntos. Ese momento fue inolvidable para Pedro y Marco.
Regresaron a Argentina con corazones llenos de alegría y recuerdos maravillosos. Aprendieron que nunca deben rendirse ante los obstáculos y que los sueños realmente pueden hacerse realidad si se trabaja duro y se cree en ellos.
Desde aquel día, Pedro y Marco siguieron jugando al fútbol con más pasión que nunca. Siempre recordaron su aventura en París como una fuente de inspiración para seguir persiguiendo sus sueños, sin importar qué tan grande o imposible parezcan.
FIN.