El sueño estelar de Mateo
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Mateo que soñaba con ser astronauta y viajar al espacio.
Desde muy chico, Mateo miraba las estrellas todas las noches desde su ventana y se maravillaba con la inmensidad del universo. Un día, en la escuela, la maestra les pidió a todos los niños que dibujaran lo que querían ser de grandes.
Mateo no dudó ni un segundo y tomó sus colores para plasmar en el papel su sueño de convertirse en astronauta. Cuando mostró su dibujo a la maestra, ella sonrió y le dijo: "¡Nunca dejes de perseguir tus sueños, Mateo! Con esfuerzo y dedicación, todo es posible".
Mateo volvió a su casa emocionado y decidió investigar cómo podía hacer realidad su sueño de llegar al espacio. Descubrió que debía estudiar mucho, sacar buenas notas en matemáticas y ciencias, y prepararse físicamente para resistir las condiciones extremas del espacio.
"¿Qué estás haciendo tan concentrado, Mateo?" -preguntó su mamá al verlo tan absorto en sus libros. "¡Quiero ser astronauta, mamá!" -respondió emocionado.
Su mamá lo abrazó con orgullo y le dijo: "¡Estoy segura de que lo lograrás si te esfuerzas!"Los días pasaron y Mateo se dedicaba con pasión a cumplir sus metas. Estudiaba cada noche después de hacer sus tareas, practicaba deporte para estar fuerte y nunca dejaba de mirar las estrellas antes de dormir.
Un día, mientras paseaba por el parque observando el cielo azul brillante, vio a un anciano sentado en un banco con aspecto nostálgico. Se acercó tímidamente y le preguntó qué le pasaba.
El anciano sonrió con ternura y le contó a Mateo que él también había soñado alguna vez con ser astronauta cuando era joven, pero que por diferentes circunstancias había tenido que abandonar ese sueño. Le dijo: "No cometas mi error, sigue adelante sin rendirte nunca".
Mateo escuchó atentamente las palabras del anciano sabio e inspirador. Decidió entonces redoblar sus esfuerzos para alcanzar su objetivo aún más motivado por la historia del hombre mayor. Finalmente llegó el día en que la NASA anunciaba un programa especial para reclutar nuevos astronautas.
Mateo no dudó ni un segundo y envió su solicitud junto con una carta donde contaba toda su historia y el camino recorrido hasta ese momento.
Días después recibió una carta donde decía que ¡había sido seleccionado para formar parte del programa espacial! Todos en Villa Esperanza celebraron junto a él este gran logro. "¡Lo lograste hijo! Estamos muy orgullosos de ti" -dijo su mamá entre lágrimas de emoción. "Gracias mamá por apoyarme siempre" -respondió Mateo abrazándola fuertemente.
Y así fue como Mateo cumplió su sueño de convertirse en astronauta gracias a su perseverancia, esfuerzo y al apoyo incondicional de quienes lo rodeaban.
Desde entonces cada vez que miraba las estrellas desde el espacio recordaba aquel consejo del anciano sabio: "Sigue adelante sin rendirte nunca". Y así lo hizo por el resto de sus días mientras exploraba los confines del universo llevando consigo el mensaje de nunca dejar morir los sueños.
FIN.