El sueño estrellado de Tomás



Había una vez, en la selva africana, un elefante llamado Tomás. Tomás era el elefante más grande de todos y siempre estaba lleno de energía. Sin embargo, tenía un pequeño problema: le costaba mucho conciliar el sueño.

Cada noche, mientras los demás animales dormían plácidamente, Tomás daba vueltas y vueltas sin poder cerrar los ojos.

Esto lo dejaba agotado durante el día y no podía disfrutar de las cosas que le gustaban como jugar con sus amigos o comer deliciosas frutas. Un día, cansado de no poder descansar correctamente, decidió buscar ayuda. Caminó por toda la selva hasta llegar a un claro donde encontró a Don León, el sabio rey de la selva.

"Don León", dijo Tomás con voz temblorosa. "Necesito su consejo. No puedo dormir por las noches y estoy muy cansado durante el día". Don León miró al elefante con ternura y le respondió: "Tomás, creo que tengo una solución para ti.

Debes visitar al viejo búho sabio en lo alto del árbol más alto de esta selva. Él te dará la respuesta que tanto buscas".

Emocionado por tener una esperanza de solucionar su problema, Tomás siguió las indicaciones de Don León hasta llegar al árbol más alto de la selva. Allí se encontró con el viejo búho sabio. "Hola querido elefante", dijo el búho sabio con su voz profunda y serena.

"He escuchado sobre tu dificultad para dormir y tengo una solución para ti. Debes visitar al mono saltarín en el río más cercano".

Tomás, un poco desconcertado pero decidido a encontrar la respuesta, se dirigió al río y encontró al mono saltarín balanceándose de árbol en árbol. "Hola Tomás", dijo el mono con una sonrisa traviesa. "He oído hablar de tu problema y sé cómo ayudarte. Debes ir a ver a la tortuga sabia en la cueva más profunda de esta selva".

Sin perder tiempo, Tomás se dirigió hacia la cueva y encontró a la tortuga sabia esperándolo pacientemente. "Saludos, querido elefante", susurró suavemente la tortuga sabia. "He escuchado sobre tus dificultades para dormir y tengo una solución para ti.

Debes regresar al claro donde conociste a Don León y descansar bajo las estrellas mientras escuchas los sonidos de la naturaleza". Sorprendido por esta respuesta tan simple, Tomás decidió seguir el consejo de la tortuga sabia.

Regresó al claro y se acostó en el suave césped, mirando las estrellas brillantes en el cielo. Poco a poco, los sonidos relajantes de los grillos y el suave murmullo del viento lo envolvieron.

Por primera vez en mucho tiempo, Tomás sintió cómo sus párpados comenzaban a cerrarse lentamente. Finalmente, logró conciliar un sueño profundo y reparador. Durmió toda la noche sin interrupciones y despertó renovado al amanecer.

Desde aquel día, Tomás siguió durmiendo bajo las estrellas y escuchando los sonidos de la naturaleza. Aprendió que a veces, las soluciones más simples se encuentran en los lugares más inesperados. Y así, el elefante dormilón encontró la paz y el descanso que tanto anhelaba.

Y cada noche, mientras todos los demás animales dormían, Tomás disfrutaba de dulces sueños y volvía a ser el elefante lleno de energía que siempre había sido.

FIN.

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