El Sueño Mundialista de Argentina



Era un día soleado en Argentina y los chicos del barrio estaban más emocionados que nunca. La selección nacional había llegado al Mundial y, para alegrarles aún más el día, les tocaba un grupo con otros cuatro equipos: Brasil, Alemania, Japón y Egipto. Todos soñaban con ver a su equipo salir campeón.

Mateo, un niño apasionado por el fútbol, reunió a sus amigos en la plaza.

"¡Chicos! ¡No pueden creerlo! Vamos a alentar a Argentina, ¡está por comenzar el Mundial!"

Los amigos se miraron con ojos brillantes.

"¿Y si hacemos una bandera enorme para alentar a la selección?" propuso Ana, una de las más creativas del grupo.

"¡Esa es una gran idea!" exclamó Juan, buscando en su mochila hojas de papel de colores.

"Vamos a hacer que se vea desde la luna" dijo Mateo con una sonrisa.

Los chicos pasaron toda la tarde dibujando y pintando la bandera, llenándola de colores celeste y blanco, acompañada de una gran estrella dorada en el medio, representando el espíritu del equipo.

"El primer partido es contra Brasil, ¡tenemos que darlo todo!" recordó Mateo.

El día del primer partido llegó, y todos se reunieron en la plaza con su bandera. El sol brillaba y el ambiente era de pura fiesta.

"¡Vamos, Argentina!" gritaban mientras miraban el partido en una enorme pantalla que pusieron en el centro de la plaza.

El partido comenzó y rápidamente Argentina mostró su mejor juego. En el primer tiempo, Messi hizo un gol espectacular. El grito de los chicos resonó en todo el barrio.

"¡Eso es, Messi! ¡Sos el mejor!"

"¡Vamos! ¡A ganar!", alentaba Ana.

Sin embargo, en el segundo tiempo, Brasil empató, y la tensión se sintió en el aire. Los chicos miraban atentamente la pantalla, con los ojos como platos.

"No se puede rendir, ¡hay que creer!" dijo Mateo, intentando animar a sus amigos.

Y entonces algo mágico sucedió. En los últimos minutos del partido, un contragolpe y... ¡Gol de Argentina!"¡Gooooool!" gritaron todos juntos.

La bandera ondeó alto y la plaza estalló en celebraciones. Pero no todo terminó allí.

Esa noche, mientras la ciudad festejaba, los chicos sabían que había más desafíos por venir. En la siguiente ronda debían enfrentar a Alemania, un equipo muy fuerte.

"¿Cómo vamos a ganarles?" se preocupó Juan.

"Con trabajo en equipo, como siempre!" respondió Mateo.

"Además, tenemos a Messi y a los demás jugadores. Ellos creen en nosotros y nosotros debemos creer en ellos" animó Ana.

Decidieron entrenar juntos todos los días después de clases, imitando jugadas de Argentina, creando estrategias y apoyándose mutuamente.

El día del partido con Alemania, la emoción era palpable.

"¡No olvidemos llevar nuestra bandera!" recordó Ana.

Los chicos llegaron a la plaza con la bandera ondeando y sus amigos del barrio se unieron para alentarlos. Argentina luchó valientemente pero, lamentablemente, el partido terminó en empate, y se fue a tiempo extra.

"Si empatamos, se define por penales" recordó Mateo, algo nervioso.

"¡Vamos a confiar en el equipo!" gritó Ana.

Cuando llegó el momento de los penales, todos estaban al borde de sus asientos. Uno a uno, los jugadores de Argentina se acercaban a la línea.

"¡Cuidado! ¡Gol!"

"¡Vamos, a no rendirse!"

Finalmente, Argentina ganó por penales, y todos en la plaza estallaron de alegría.

Sin embargo, en la siguiente fase, se enfrentaron a Japón y, luego de un partido muy rápido y entretenido, lograron vencerlos. Después de eso, la semifinal sería contra Egipto.

"Es nuestro último obstáculo antes de la final, ¡tenemos que darlo todo!" señaló Juan.

En la final, todos se unieron con más fuerza que nunca, llevando encima su bandera gigante. El partido fue emocionante y, a pesar del esfuerzo de los dos equipos, Argentina ganó con un último gol de Messi.

"¡Gooool! ¡Hicimos historia!" gritaron todos.

"¡Lo logramos!"

"¡Argentina campeona!"

Esa noche fue una explosión de alegría en el barrio. Los amigos celebraron juntos, sabiendo que habían sido parte de algo grande y que el trabajo en equipo les había enseñado algo invaluable.

"Esto es solo el comienzo, ¡sigamos soñando!" dijo Mateo.

"Siempre hay que creer en nosotros y apoyarnos entre amigos" agregó Ana.

Y así, esos chicos aprendieron que no solo el fútbol une a un país, sino también el amor y la amistad entre ellos.

FIN.

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