El Sueño Secreto de Lila
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, una niña llamada Lila. Desde muy chica, Lila tenía un sueño que guardaba en su corazón. Era un sueño tan grande y brillante que podía imaginarlo en cualquier rincón de su vida. Pero había un secreto: Lila no se lo contaba a nadie.
Cada día, al despertar, Lila acomodaba su sueño como si fuera un tesoro y lo guardaba en un lindo frasco de cristal que había decorado con pegatinas de colores. El frasco era su compañero inseparable, y siempre lo llevaba a la escuela, el parque, e incluso al mercado con su mamá. Sus amigas la veían entusiasmada y feliz, pero nunca se atrevían a preguntar qué había en el frasco.
Un día, mientras jugaban a la plaza, Lila sentía una alegría inmensa. "¿Por qué tan sonriente, Lila?"- le preguntó su mejor amiga, Sofía. "Es que tengo un secreto, pero no puedo contarlo"- respondió Lila, mirando su frasco.
Con el tiempo, Lila se dio cuenta de que guardaba su sueño con mucho cuidado, pero también con miedo. Temía que si alguien lo descubría, podría romperse o desvanecerse. Sin embargo, esa misma tarde, todo cambió.
Mientras jugaban al fútbol, una pelota se desvió y golpeó el frasco, haciéndolo caer al suelo. Lila miró aterrorizada cómo el frasco se quebró, dejando escapar una luz brillante que iluminó toda la plaza.
"¡Au! No, mi sueño..."- exclamó Lila con lágrimas en los ojos. Pero antes de que pudiera lamentarse, la luz tomó forma y comenzó a danzar alrededor de ella. Era el propio sueño que, en lugar de desaparecer, la estaba envolviendo en alegría y energía.
"¿Qué es esto?"- preguntó Sofía, asombrada. "¡Es mi sueño! Nunca lo había visto así..."- respondió Lila, con una mezcla de temor y felicidad. La luz comenzó a hablar. "No temas, Lila. Un sueño no se quiebra solo porque lo muestres. Al contrario, al compartirlo, se hace más fuerte".
"¿Cómo?"- inquirió Lila, fascinada. "Al igual que un hermoso árbol, crece mejor cuando lo cuidas y lo lleno de amor. Si no lo compartís, no podrá florecer de verdad".
Lila sintió que entendía lo que el sueño quería decir. "Tal vez... tal vez debería contarles a mis amigas"- dijo tímidamente. "¡Exactamente! Vamos, comparte tu esencia"- le animó la luz.
Esa noche, Lila invitó a sus amigas a su casa. "Chicas, tengo algo muy especial que contarles"- comenzó, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
"¿Qué es?"- preguntó Ana, intrigada. "Es un sueño que he guardado en este frasco, pero ya no quiero que esté escondido"-. Con este acto, Lila empezó a relatar su gran sueño: quería crear un jardín comunitario. Un espacio donde todos los niños del barrio pudieran disfrutar de flores y juegos.
Las niñas escucharon emocionadas, y cada una empezó a aportar ideas. "Podríamos plantar girasoles, ¡son enormes!"- sugirió Sofía. "Y también zanahorias para compartir con la comunidad!"- añadió Ana. Y así, el sueño de Lila comenzó a tomar forma.
Los días siguientes, Lila y sus amigas se unieron con otros niños del barrio, quienes también querían formar parte del jardín. Recolectaron semillas, plantaron flores y se aseguraron de regar cada una con mucho cariño.
El jardín creció, y con él, el sueño de Lila floreció con colores vibrantes. Una tarde, al ver a todos jugando felices, recordó las palabras de la luz: "Cuando compartís tus sueños, haces que crezcan y se multipliquen".
A partir de ese día, Lila dejó atrás el miedo de ocultar sus sueños y aprendió que compartir puede traer alegría y unión. La plaza de Arcoíris fue transformada en un hermoso lugar donde los sueños de todos podían florecer juntos, en un mágico jardín comunitario que los haría siempre amigos.
Y así, Lila comprendió que lo importante no era solo guardar los sueños, sino que al compartirlos, podían convertirse en hermosas realidades.
FIN.