El Sueño sobre Hielo


Había una vez una niña llamada Paula, quien desde muy pequeña descubrió su pasión por el patinaje sobre hielo.

Desde el primer momento en que se subió a unos patines, supo que quería convertirse en la mejor patinadora del mundo. Paula entrenaba duro todos los días, practicaba sus piruetas y saltos con dedicación y esfuerzo. Sin embargo, a medida que fue creciendo, también comenzó a sentir miedo.

Miedo de no ser lo suficientemente buena, miedo de no alcanzar sus sueños. Una tarde soleada, mientras Paula estaba en la pista de hielo practicando sus rutinas, su mejor amigo Darwin se acercó a ella con una sonrisa en el rostro.

"¡Hola Paula! ¿Cómo te va hoy?"- preguntó Darwin animado. Paula miró a su amigo y suspiró. "No sé si puedo lograrlo. Hay tantas patinadoras talentosas ahí afuera. Me da miedo no ser lo suficientemente buena".

Darwin se sentó junto a ella y le dio un abrazo reconfortante. "Paula, sé que tienes mucho talento y capacidad para lograr tus sueños. No debes dejar que el miedo te detenga". Paula asintió lentamente mientras secaba una lágrima furtiva. "Sabes Darwin, siempre me has apoyado.

¿Crees realmente que puedo hacerlo?"Darwin sonrió con confianza. "Por supuesto que sí. Tienes todo lo necesario para triunfar: pasión, perseverancia y un gran corazón". A partir de ese día, Paula decidió enfrentar su miedo con valentía.

Cada vez que surgía la duda en su mente, recordaba las palabras de Darwin y se llenaba de determinación. Con el tiempo, Paula comenzó a mejorar sus habilidades en el hielo.

Sus saltos eran cada vez más altos y sus piruetas más elegantes. A medida que avanzaba, también empezó a participar en competencias locales. Un día, mientras se preparaba para una competencia importante, Paula sintió que el miedo volvía a acecharla.

Pero esta vez no lo dejó apoderarse de ella. Recordó todo lo que había logrado gracias al apoyo de Darwin y decidió luchar por su sueño. El día de la competencia llegó y Paula dio todo de sí misma sobre el hielo.

Realizó una rutina impecable llena de gracia y destreza. Al finalizar su presentación, recibió una ovación del público. Los jueces tomaron sus decisiones y anunciaron los resultados: ¡Paula había ganado! Se convirtió en la mejor patinadora del mundo juvenil.

Paula estaba emocionada al recibir su medalla dorada, pero sabía que no habría llegado hasta ahí sin el apoyo incondicional de Darwin. "Gracias por creer en mí cuando yo misma dudaba", le dijo con lágrimas de felicidad. Darwin sonrió orgulloso.

"Siempre estaré aquí para ti, Paula. Eres un ejemplo de valentía y perseverancia". Desde ese día, Paula siguió patinando con alegría y confianza.

No solo se convirtió en una gran patinadora, sino también enseñó a otros niños a enfrentar sus miedos y perseguir sus sueños. Y así, Paula demostró al mundo que el miedo no puede detenernos si tenemos amigos como Darwin y creemos en nosotros mismos.

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