El sueño verde de Mateo y Agustín



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, dos amigos llamados Mateo y Agustín. Ambos compartían la misma pasión por el fútbol y soñaban con ser grandes jugadores como su ídolo Lionel Messi.

Un día, mientras estaban sentados en el patio de la casa de Mateo, su mamá les sirvió un plato lleno de verduras frescas del huerto. Agustín, emocionado, comenzó a comer rápidamente todas las verduras en su plato.

"¡Vamos, Mateo! Si quieres ser como Messi y patear fuerte la pelota para meter muchos goles, debes comer tus verduras", dijo Agustín animadamente. Mateo frunció el ceño y miró desinteresado hacia su plato.

No le gustaba mucho comer verduras y prefería los alimentos más sabrosos como las papas fritas o las hamburguesas. "No quiero comer estas cosas verdes", respondió Mateo con disgusto.

Agustín se preocupó porque sabía que si Mateo no comía adecuadamente no podría tener la energía necesaria para jugar al fútbol como lo hacía Messi. Decidió pensar rápido y encontrar una solución creativa para motivar a su amigo. "Sabes, Mateo, cuando Messi era niño también tenía que comer sus verduras para convertirse en el mejor jugador del mundo", explicó Agustín tratando de convencerlo.

Mateo levantó una ceja sorprendido al escuchar esto. No podía creer que alguien tan talentoso como Messi también tuviera que pasar por lo mismo que él estaba pasando ahora mismo.

Intrigado por esta revelación, decidió darle una oportunidad a las verduras. Agarró el tenedor y comenzó a probarlas lentamente, una por una. Para su sorpresa, descubrió que algunas de ellas no eran tan malas como pensaba. "¡Mira, Agustín! Estas zanahorias están deliciosas", exclamó Mateo emocionado.

Agustín sonrió satisfecho al ver cómo su amigo comenzaba a disfrutar de las verduras. Sabía que había logrado su objetivo de convencerlo de la importancia de comer bien para ser un buen jugador de fútbol.

A medida que pasaban los días, Mateo se dio cuenta de que cuanto más comía sus verduras, más energía tenía para jugar al fútbol con Agustín. Su resistencia mejoró y podía correr más rápido y patear la pelota con fuerza.

Un día, mientras jugaban en el campo local, Mateo recibió un pase perfecto de Agustín. Sin dudarlo, pateó fuerte la pelota hacia el arco y marcó un gol increíblemente potente.

Los espectadores aplaudieron emocionados ante esa gran hazaña y Mateo sintió una satisfacción indescriptible en su corazón. Se dio cuenta de que gracias a haber comido sus verduras como Messi lo había hecho cuando era niño, pudo lograr algo asombroso en el campo de juego.

Desde ese día en adelante, Mateo nunca volvió a renegar sobre comer sus verduras. Comprendió que cuidar su cuerpo era fundamental para alcanzar sus sueños futbolísticos y ser como Messi.

Y así fue como estos dos amigos aprendieron juntos la importancia de comer bien y mantenerse saludables para poder disfrutar al máximo del deporte que tanto amaban. Desde entonces, Mateo siempre recordó que ser un gran jugador de fútbol requería esfuerzo, dedicación y una alimentación adecuada.

Y cada vez que veían a Messi en la televisión, Mateo y Agustín sonreían sabiendo que ellos también podían llegar lejos si seguían los pasos correctos y nunca dejaban de creer en sí mismos.

FIN.

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