El Súper Auto y el Salto de la Amistad



En una ciudad llena de ruido y movimiento, donde los autos corrían y la gente pasaba rápido, vivía un pequeño y reluciente auto de carreras llamado Speedy. Speedy era diferente a los demás autos: tenía un corazón bondadoso y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Aunque era veloz, su verdadera pasión era cuidarse de la seguridad de las personas.

Un día radiante, mientras Speedy se dirigía a la pista de carreras, notó a una pequeña niña llamada Ana jugando con una pelota en medio de la calle.

"¡Cuidado!" gritó Speedy. "¡Ana, es peligroso!".

Ana, que no escuchó al pequeño auto, continuó jugando. Justo en ese momento, un enorme camión se acercaba a gran velocidad y Speedy se dio cuenta de que debía actuar rápido.

"¡No puedo permitir que algo le pase a Ana!" pensó Speedy. Entonces, con un rugido valiente, empezó a acelerar. Pero en lugar de solo frenar, decidió hacer algo sorprendente: ¡saltó sobre la calle para desviar la atención del camión!"¡Wooooow!" exclamó Ana, al ver cómo Speedy se elevó como un rayo y cayó justo al lado de ella.

"¡Speedy! ¡Eres increíble!" dijo Ana, con los ojos muy abiertos de asombro.

"Gracias, Ana, pero ahora debes tener cuidado. Nunca debes jugar en la calle. Es muy peligroso", respondió Speedy mientras se acomodaba en su lugar.

Justo en ese momento, el camión pasó zumbando y el conductor, preocupado, detuvo el vehículo. De su ventana salió un hombre grande y amable que miró a Speedy y a Ana, sorprendido por la valentía del auto.

"No sé qué habría hecho sin vos, Speedy. Eres un verdadero héroe", dijo el conductor.

"Yo solo hice lo que pensé que era correcto", respondió Speedy y miró a Ana. "Pero, realmente necesitas jugar en un lugar seguro, no en la calle".

Ana asintió, sintiéndose un poco avergonzada. "Lo siento, Speedy. Prometo que jugaré en el parque de ahora en adelante".

El camionero sonrió y dijo: "Eso es lo mejor que podés hacer, querida. Y Speedy, gracias por cuidar de los demás."

A partir de ese día, Ana y Speedy se hicieron grandes amigos. Speedy llevó a Ana al parque, donde había un gran espacio para jugar. Allí, Ana también presentó a Speedy a otros niños que querían conocer al auto valiente que había saltado para salvarla.

Los niños estaban fascinados y pronto le pidieron a Speedy que haga su truco otra vez.

"¡Por favor, Speedy! ¡Saltá otra vez!" gritaron al unísono.

"Está bien, pero solo si prometen jugar con cuidado", respondió Speedy, con una sonrisa.

Ana y los demás niños prometieron. Así que Speedy tomó impulso, aceleró y, con un fuerte rugido, hizo su famoso salto, ganándose aplausos y risas de todos los presentes.

"¡Eres un verdadero héroe, Speedy!" exclamó uno de los chicos.

"La verdadera valentía no es solo saltar alto, sino hacer lo correcto y cuidar de los demás", respondió Speedy, enseñándoles a todos una valiosa lección.

A partir de ese día, Speedy no solo se convirtió en el amigo de Ana, sino también en un ejemplo para todos los niños del vecindario. Cada vez que alguien se olvidaba de jugar con cuidado, Speedy estaba allí para recordarles la importancia de la seguridad y la amistad.

Y así, entre saltos y risas, Speedy y Ana vivieron muchas aventuras juntos, enseñando a todos a valorar la vida y cuidar a los demás. Tuvieron el verano más divertido, lleno de juegos seguros y risas. Speedy siempre estará listo para proteger y ayudar, porque así es un verdadero héroe.

Y así, la historia de Speedy el Súper Auto se convirtió en leyenda, y su mensaje sobre la amistad y la seguridad llegó a todos los rincones de la ciudad.

FIN.

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