El Supermercado de la Selva



En lo profundo de la selva, un día soleado y brillante, algo extraordinario comenzó a suceder. Un simpático empresario chino decidió abrir un supermercado y rápidamente la noticia corrió como la pólvora entre los animales.

— ¡Un supermercado! —exclamó el loro, volando de rama en rama—. ¡Ahora podremos conseguir frutas y verduras frescas!

— Y lo mejor, hay descuentos —agregó la ardilla con sus ojos brillantes—. ¡Voy a poder llenar mi alacena!

Los animales se acercaron entusiasmados al nuevo supermercado. Sorpresa fue ver el local repleto de frescas frutas y verduras, colmados de promociones irresistibles.

— ¡Miren todas estas manzanas! —gritó el mono, balanceándose de un lado a otro—. ¡Y esta es la mejor tienda que he visto!

El supermercado no solo era un lugar para comprar; también ofrecía trabajo a los animales. La tortuga era la encargada de la caja, el pájaro carpintero ayudaba a organizar los estantes y los flamencos hacían las entregas. Todos estaban felices y prosperando.

Sin embargo, una noche, el misterio comenzó a desvelarse. Alguien estaba desconectando las heladeras del supermercado. Cuando el gato, que vivía cerca del local, vio a un extraño merodeador, se armó de valor y le dijo:

— ¡Eh! ¿Qué haces aquí? ¡Apágate, que estás haciendo un lío!

Era un pequeño zorro, con aspecto desconcertado.

— No, no, no. No estoy haciendo lío, estoy tratando de salvar la comida que se va a perder. ¡Las heladeras están llenas de cosas que vencen! —respondió el zorro, visiblemente preocupado.

El gato se asombró. — Pero... si no hay quemaduras ni cosas malas aquí. ¿Por qué no se lo dicen al dueño?

El zorro suspiró. — Es que tienen miedo de ser despedidos. Pueden pensar que el supermercado no necesita más ayuda.

Entonces el gato, lleno de valentía, decidió que debían resolver este problema.

— Vamos a hablar con los otros animales y encontrar una solución —propuso.

A la mañana siguiente, realizaron una reunión. Por supuesto, el gerente del supermercado, el empresario chino, se sumó a la charla. Les contó que él estaba muy feliz de que todos trabajaran y que él también quería que las cosas no se desperdiciaran.

— ¡Deberíamos donar la leche que está por vencer! —dijo la tortuga—. Los animales del bosque podrían beneficiarse mucho.

— ¡Sí! —gritó el mono—. Así evitaremos que se ponga mala y todos ganan.

El empresario escuchó con atención y sonrió. — ¡Maravillosa idea! Así que, a partir de hoy, cada vez que un producto esté por vencer, lo donaremos a los animales de la selva.

Desde entonces, cada semana, el supermercado chino organizaba una gran fiesta de la leche, donde todos podían venir a disfrutar de un delicioso batido. El zorro se convirtió en un héroe, creando un vínculo entre el supermercado y la selva, mientras que la comunidad de animales se tornó más fuerte y unida.

Por supuesto, el misterioso zorro dejó de serlo, y se integró plenamente entre sus amigos, demostrando que siempre hay espacio para la cooperación y la creatividad, incluso entre lo inesperado.

Y así, entre risas, batidos y buenas inversiones en la selva, los animales aprendieron que la unión puede traer grandes cambios, y que siempre hay un modo de ayudar, si todos trabajan juntos. El supermercado nunca volvió a desconectar las heladeras, y todos disfrutaban de las frutas, las verduras, y por supuesto, de la leche fresquita para siempre.

— ¡Hurra por el supermercado! —gritaron todos al unísono, llenos de alegría.

— ¡Hurra! —respondió el empresario, sonriendo orgullosamente—. ¡Estamos todos juntos en esto!

Y así vivieron felices todos en la selva, disfrutando de lo que cada día podía ofrecerles el nuevo supermercado, en armonía y amistad.

FIN.

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