El susto en la fiesta del arroyo



Había una vez en el tranquilo pueblo de Azapa, un grupo de amigos que decidieron organizar una gran fiesta junto al arroyo. Todos estaban emocionados y listos para pasar un día inolvidable.

Entre los amigos se encontraba Juanito, un niño curioso y valiente que siempre estaba dispuesto a vivir aventuras. También estaba Sofía, una niña inteligente y amable que siempre cuidaba de sus amigos.

Y por supuesto, no podía faltar el Ti Agapo, un misterioso personaje del pueblo al que todos acudían en busca de ayuda cuando tenían problemas. La fiesta estaba en su apogeo, la música sonaba alegremente y la comida era deliciosa.

De repente, un burro asustado irrumpió en la celebración, causando revuelo entre los presentes. Todos intentaron calmar al animal, pero parecía imposible. En medio del caos, apareció un fantasma sin cabeza que asustó aún más a todos los presentes.

Gritos y risas nerviosas resonaron por doquier mientras el fantasma se movía entre la multitud. -¡Ayuda! ¡Qué hacemos con este burro asustado y ese fantasma sin cabeza! -exclamó Juanito preocupado. -¡Tranquilos! ¡Dejen todo en mis manos! -dijo una voz calmada desde atrás.

Era el Ti Agapo quien había llegado para salvar el día. El Ti Agapo se acercó al burro con calma y le habló suavemente hasta lograr tranquilizarlo. Luego se volvió hacia el fantasma sin cabeza y le hizo gestos amigables para demostrarle que no quería hacerle daño.

Para sorpresa de todos, el fantasma comenzó a reírse a carcajadas y reveló su verdadera identidad: era Tomás, un niño del pueblo disfrazado como parte de una broma pesada que había salido mal.

-¡Vaya susto nos diste Tomás! Pero gracias al Ti Agapo todo terminó bien -dijo Sofía aliviada. Desde ese día, Juanito, Sofía y todos los habitantes de Azapa aprendieron una importante lección: nunca juzgar a alguien por su apariencia o actuar con miedo ante lo desconocido.

Siempre es mejor mantener la calma y buscar soluciones pacíficas antes de saltar a conclusiones precipitadas.

Y así, entre risas y abrazos, la fiesta continuó hasta altas horas de la noche bajo la protección del Ti Agapo, quien demostró una vez más que con amor y comprensión se pueden superar cualquier obstáculo en la vida.

FIN.

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