El Susto que Cambió el Día
Era una hermosa mañana en el barrio de Los Álamos. El sol brillaba y las chicas de la escuela primaria estaban emocionadas, pues habían planeado un paseo en moto. Era la primera vez que Valen y Luz, dos amigas inseparables, iban a tener esa aventura juntas.
"- ¡No puedo creer que por fin vamos a dar una vuelta en la moto de mi hermano!", dijo Valen, mientras acariciaba la brillante moto roja estacionada en la vereda.
"- ¡Sí! Vamos, que no se nos haga tarde!", respondió Luz, saltando de alegría.
Con cascos en las cabezas y una sonrisa en el rostro, las chicas subieron a la moto. Valen tomó el control, mientras Luz se aferraba fuerte a su cintura. Al principio, todo era risas y emoción. La brisa suave acariciaba sus rostros, y cada curva las hacía gritar de felicidad.
Sin embargo, de repente, un perrito pequeño apareció corriendo en medio de la calle.
"- ¡Valen, cuidado!", gritó Luz, pero era demasiado tarde.
La moto se desvió y, aunque Valen logró evitar al perrito, perdieron el equilibrio y cayeron al suelo.
El susto fue enorme, pero afortunadamente, no se hicieron mucho daño. Las chicas se levantaron mientras se sacudían el polvo.
"- ¿Estás bien, Luz?", preguntó Valen con voz preocupada.
"- Estoy bien, solo un poco asustada. Pero... ¿y el perrito?", dijo Luz, mirando a todos lados.
En ese momento, el perrito tembloroso se acercó lentamente. Lucía asustado, y no paraba de mover la cola.
"- ¡Pobrecito!", exclamó Luz.
"- Creo que se perdió", sugirió Valen.
Las chicas decidieron que no podían dejar al perrito solo, a pesar del susto que acababan de vivir.
"- Vamos a buscar a su dueño. Tal vez vive por aquí cerca", dijo Valen con determinación.
"- ¡Sí, puede ser!", respondió Luz, notando cómo su miedo se desvanecía al preocuparse por el perrito.
Juntas, comenzaron a preguntar a los vecinos si conocían al pequeño. "- ¿Alguien ha visto a un perrito como este?", repetían con entusiasmo.
Después de varios intentos, conocieron a la señora Rosita, quien los miró con ojos tiernos y dijo: "- ¡Sí! Ese es mi perrito, Chispa! Siempre se escapa cuando puede. ¡Gracias por cuidarlo!"
Las chicas se sintieron muy felices al ver el brillo en los ojos de la señora Rosita. Chispa, ahora reunido con su dueña, lamió las manos de Luz y Valen como si las estuviera agradeciendo.
"- ¡Lo hicimos!", gritó Luz.
"- Claro que sí, y además, aprendimos que siempre hay que ser responsables, incluso si algo nos asusta", agregó Valen.
A la tarde, decidieron regresar a casa, pero sin tomar la moto. Caminaron juntas, sintiéndose como auténticas heroínas.
"- Valen, este susto nos trajo una buena aventura. Nunca pensé que ayudar a Chispa sería tan emocionante", dijo Luz.
"- ¡Sí! A veces un golpe de suerte te lleva a hacer cosas increíbles", respondi la otra, mientras sonreía.
Finalmente, al llegar a casa, Valen le dijo a su mamá: "- Mamá, hoy tuvimos un pequeño accidente, pero ayudamos a un perrito a volver a casa. ¡Fue una aventura!"
Su mamá sonrió y les dio un abrazo.
"- Eso es lo más importante, chicas. A veces, los sustos pueden llevarnos a grandes lecciones. Ahora, ¡a descansar! Mañana será otro día lleno de aventuras."
Y así, con un nuevo aprendizaje y muchas risas, Valen y Luz comprendieron que la vida está llena de sorpresas, y que siempre, en cualquier situación, hay que buscar el lado positivo.
Desde ese día, las chicas no solo se convirtieron en unas expertas manejando la moto, sino también en las mejores amigas que siempre estaban listas para ayudar a los demás, sin importar el miedo que pudieran sentir.
FIN.