El susurro de las ramas
Había una vez en un pequeño pueblo cerca de la montaña, una hermosa niña llamada Alice. Alice tenía el cabello rubio rizado y unos ojos azules que brillaban como el cielo en un día despejado.
Lo especial de Alice era que había nacido sorda, lo cual no le impedía disfrutar de la vida y enfrentar cada desafío con valentía. Desde muy pequeña, Alice descubrió su pasión por trepar árboles.
A pesar de su condición auditiva, se movía con agilidad entre las ramas, sintiendo la libertad en cada movimiento. Su destreza para escalar era asombrosa y todos en el pueblo quedaban maravillados al verla jugar en lo alto de los árboles.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, Alice se encontró con un grupo de niños practicando acrobacias en unas barras altas. Quedó fascinada al ver sus piruetas y saltos increíbles.
Desde ese momento, supo que quería ser como ellos: una gimnasta acróbata. Decidió entrenar duro todos los días, practicando sus habilidades tanto en tierra firme como trepando por los árboles.
A pesar de las dificultades que enfrentaba por su sordera, nunca se rindió y siempre buscaba nuevas formas de superarse a sí misma. Con el tiempo, Alice se convirtió en una gimnasta excepcional. Sus acrobacias eran tan impresionantes que dejaban sin aliento a quienes tenían la suerte de presenciarlas.
Se convirtió en un ejemplo de superación para toda la comunidad Sorda y demostró que no hay límites cuando se tiene determinación y pasión por lo que se hace. Un día, llegó al pueblo un circo ambulante en busca de nuevos talentos.
Al enterarse de esto, Alice decidió presentarse a la audición para mostrar todo lo que había aprendido. Los artistas del circo quedaron impresionados con sus habilidades y la invitaron a unirse a ellos para viajar por todo el país mostrando su arte.
"¡Eres increíble, Alice! ¡Nunca habíamos visto a alguien hacer acrobacias como tú!" -exclamó el dueño del circo emocionado. Alice sonrió ampliamente y aceptó la oferta con entusiasmo.
Durante su gira con el circo, inspiró a muchas personas con su historia de superación y les demostró que cualquier obstáculo puede ser superado si se tiene coraje y perseverancia. Al finalizar la gira, Alice regresó al pueblo convertida en toda una leyenda viva.
Siempre recordaba sus raíces trepando por los árboles del bosque donde todo comenzó, llevando consigo el mensaje de que nada es imposible si se cree en uno mismo y se trabaja duro para alcanzar los sueños.
Y así fue como la pequeña niña rubia llamada Alice se convirtió no solo en una gimnasta acróbata excepcional sino también en un faro de esperanza e inspiración para todos aquellos que creían tener limitaciones insuperables.
FIN.