El Susurro de Valentina



Valentina era una niña muy especial. Tenía un corazón enorme y una gran imaginación, pero había algo que la hacía diferente a los demás: tenía mucha vergüenza de hablar con sus amigos. Cada vez que intentaba alzar la voz en clase o unirse a la conversación en el recreo, sus mejillas se ponían rojas como tomates y solo podía sonreír y asentir.

A Valentina le encantaban los dibujos. Pasaba horas en su cuaderno, creando mundos fantásticos y personajes que sólo existían en su mente. A su lado, sus amigos, Lucía y Mateo, siempre estaban dispuestos a reír y jugar, pero Valentina se quedaba en un rincón, observando.

Un día, en la escuela, la maestra anunció un concurso de arte. Todos los niños tenían que presentar una obra y se podía participar en equipo o individualmente. Valentina sintió un pequeño cosquilleo en el estómago. Era la oportunidad perfecta para mostrar su talento, pero... ¿se atrevería a participar?

Cuando llegó a casa, la niña decidió hablar sobre el concurso con su mamá.

"Mamá, hoy la maestra dijo que habrá un concurso de arte. Quisiera participar, pero..." - Valentina titubeó al decidir si compartir su preocupación.

"Pero, ¿qué?" - preguntó su madre con una sonrisa comprensiva.

"Pero tengo vergüenza de hablar y de mostrar mis dibujos ante todos," - explicó Valentina, mirando al suelo.

Su mamá agachó la cabeza, la abrazó y le dijo: "Valen, todos tenemos algo especial que compartir. A veces, dar el primer paso puede ser aterrador, pero también puede ser muy gratificante. ¿Qué tal si juntas tus dibujos y los presentas a Lucía y Mateo?"

Valentina pensó en ello y, aunque no estaba segura, decidió que era un buen comienzo. Al día siguiente, la niña reunió valor y se acercó a sus amigos después de clase.

" chicos, tengo una idea para el concurso. ¿Quieren ver mis dibujos?" - les preguntó, con la voz casi un susurro.

Lucía y Mateo se miraron emocionados y asentaron con entusiasmo.

"¡Sí! Queremos verte, Valen. Tu arte debe ser increíble" - dijo Mateo, mientras Lucía sonreía de oreja a oreja.

Cuando Valentina mostró sus dibujos, sus amigos quedaron maravillados.

"Valentina, esto es hermoso. Deberíamos trabajar juntas para hacer una gran obra para el concurso. Nosotras podemos ayudarte con las ideas y tú puedes ser la artista principal" - sugirió Lucía.

Valentina sintió que su corazón daba un brinco. Por primera vez, su vergüenza comenzó a desvanecerse.

Mientras trabajaban en el proyecto, Valentina se dio cuenta de que comunicarse y compartir sus ideas no era tan aterrador como había pensado. Se reían, hablaban de los colores, y su risa llenaba el aire. Todo era mucho más divertido de lo que había imaginado.

Llegó el día del concurso y Valentina estaba un poco nerviosa. Pero no estaba sola. Tenía a sus amigos a su lado, y eso la hizo sentir más segura. Cuando era el momento de presentar su obra, miró a su papá y a su mamá, que sonreían desde el público.

"Nuestra obra se llama 'Los sueños voladores', inspirada en los dibujos que hice y la amistad que compartimos. Era un mundo donde todos los sueños eran posibles, y podías volar como un pájaro" - dijo Valentina, con una voz que sonaba más fuerte de lo que ella esperaba.

Los aplausos resonaron en la sala cuando terminaron de hablar. Era como si el tiempo se detuviera en ese preciso instante. Valentina sintió que su vergüenza se había desvanecido por completo.

Y aunque no ganaron el primer premio, su obra fue muy aclamada por todos.

Al final de la jornada, Valentina se acercó a sus amigos y les dijo: "Gracias por apoyarme y ayudarme a sentirme menos tímida. Aprendí que podemos comunicarnos y crear cosas mágicas juntos."

"Esa es la clave, Valen. La amistad nos da alas para volar" - respondió Mateo riendo.

Desde ese día, Valentina comenzó a comunicarse más con sus amigos. Aprendió que compartir sus pensamientos y sentimientos era valioso y que hablar no era tan aterrador cuando había amor y apoyo a su alrededor.

Y así, Valentina se convirtió en una niña que, aunque a veces aún sentía un poco de vergüenza, se atrevía a brillar y crear, porque ya no tenía miedo de ser ella misma.

FIN.

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