El Susurro del Bosque
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de un espeso bosque, un grupo de amigos: Tomás, Lila, Julián y Sofía. Todos tenían entre 9 y 10 años y, a menudo, pasaban sus días explorando la naturaleza. Un día, decidieron aventurarse más allá de donde solían ir, adentrándose en una parte del bosque que nunca habían visto.
Mientras caminaban, el sol empezaba a ocultarse y el bosque se volvía más oscuro y misterioso. Podían escuchar el crujir de las hojas y el canto de algunos pájaros que se aposentaban para la noche.
"¿Escucharon eso?" - preguntó Lila, mirando hacia atrás.
"Es solo el viento, no pasa nada" - respondió Julián, tratando de hacer que sus amigos se sintieran más tranquilos.
Pero cuando siguieron avanzando, comenzaron a escuchar un susurro suave que parecía llamarlos.
"¿Qué es eso?" - dijo Tomás, frunciendo el ceño.
"Son solo árboles hablando entre ellos" - bromeó Sofía, pero sus ojos mostraban un atisbo de miedo.
El susurro se hizo más fuerte y más claro, como si alguien estuviera pidiendo ayuda. Los amigos se miraron entre sí, sintiendo una mezcla de curiosidad y temor.
"Deberíamos ir a ver qué es, puede ser alguien que se perdió" - sugirió Tomás, sintiéndose valiente.
"No sé, me parece raro" - dijo Lila, un poco asustada.
Finalmente, decidieron seguir el sonido. A medida que se acercaban, el susurro se transformó en una risa melodiosa. En una pequeña claro del bosque, encontraron a un extraño personaje: un zorro con un abrigo de hojas y una mirada astuta.
"¡Hola, pequeños exploradores!" - exclamó el zorro "He estado esperando que lleguen."
"¿Esperando a quién?" - preguntó Julián, sorprendiendo.
"A ustedes, por supuesto. Quería mostrarles los secretos del bosque, pero también lo que sucede cuando la gente no cuida de él. Ven, síganme" - dijo el zorro, guiándolos hacia un lugar donde la tierra estaba cubierta de basura y desechos.
"¿Por qué hay tanta basura aquí?" - preguntó Sofía, triste.
"Los humanos a veces olvidan lo esencial: cuidar de la naturaleza. Pero hay esperanza, pueden ayudarme a restaurar esta parte del bosque" - explicó el zorro.
Los amigos, ahora llenos de determinación, empezaron a recoger la basura, uno por uno. Mientras trabajan, el zorro les contó historias sobre el bosque, sobre los animales que vivían allí y de cómo cada ser es importante en el ecosistema.
"Si cada uno de nosotros hace un pequeño esfuerzo, el bosque puede volver a ser hermoso" - les dijo el zorro con una sonrisa.
Al final de la jornada, habían recogido muchas cosas y el claro del bosque se veía mucho mejor. El zorro los miró con orgullo.
"Ustedes son verdaderos héroes. Recuerden siempre cuidar de nuestro hogar. Cada pequeño gesto cuenta" - dijo antes de desaparecer entre los árboles, dejando a los amigos con un nuevo propósito.
Al regresar al pueblo, les contaron a los demás lo que habían vivido.
"¡Tenemos que reunir a todos y limpiar el bosque!" - exclamó Lila entusiasmada.
Y así, el grupo de amigos se convirtió en líderes de una misión: cuidar el bosque. Con el tiempo, inspiraron a otros niños y adultos a unirse a ellos, creando una hermosa tradición de limpieza y cuidado de la naturaleza.
Desde aquel día, cada vez que alguien pasaba por el bosque y escuchaba un susurro en el viento, sabían que era el zorro, siempre agradecido por la familia de cuidadores que habían formado en su honor.
FIN.