El susurro del viento



En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una niña llamada Luna. Desde que era muy pequeña, siempre había sentido una conexión especial con la naturaleza. Cada tarde, se sentaba bajo un viejo roble en el bosque cercano y escuchaba el susurro del viento.

Un día, mientras Luna estaba en su lugar favorito, notó algo extraño.

"¿Qué es eso?" - se preguntó al ver un brillo entre las hojas. Se acercó y descubrió una hermosa pluma de colores vibrantes. La pluma parecía girar en el aire, como si le estuviera llamando.

"¿De quién sos, pluma mágica?" - murmuró Luna, maravillada. En ese momento, un pequeño colibrí apareció frente a ella.

"Soy Sam, el colibrí. Esa pluma le pertenece a Miya, la diosa del viento. Ella te está buscando, Luna" - anunció, moviendo sus alas con entusiasmo.

"¿A mí? ¿Por qué?" - preguntó Luna, con curiosidad.

"Porque tienes la habilidad de escuchar el viento y entender lo que la naturaleza necesita. Necesitamos tu ayuda para salvar nuestro bosque" - explicó Sam.

Intrigada, Luna siguió al colibrí entre los árboles. Pronto llegaron a un claro donde otros animales esperaban.

"Gracias por venir, Luna" - dijo una sabia tortuga. "La gran tormenta ha dañado muchos árboles y el viento necesita tu ayuda para comunicarse con ellos. Solo tú puedes llevar su susurro a los corazones de los árboles".

"¡Sí! ¡Quiero ayudar!" - exclamó Luna, dispuesta a aprender.

"Para hacerlo, necesitas entender las palabras del viento" - continuó Sam. "Escucha con el corazón y verás lo que hay que hacer".

Luna cerró los ojos y empezó a prestar atención al sonido del viento. Al principio, sólo escuchaba un murmullo, pero luego, poco a poco, comenzó a distinguir palabras.

"Planta, crece, ayuda" - resonaban en su mente.

"¿Qué significa eso?" - preguntó.

La tortuga le explicó: "El viento quiere que se planten más árboles. Eso ayudará a regenerar nuestro hogar".

Emocionada, Luna tuvo una idea. "¡En el pueblo hay un día de plantación de árboles! Puedo llevar a todos y compartir lo que aprendí del viento".

Con el apoyo de los animales, Luna fue a su casa y habló con su mamá. "Quiero organizar un día de plantación de árboles. El viento me lo pidió".

"Suena genial, Luna. Hablemos con los vecinos" - respondió su mamá con una sonrisa.

Así fue como, con la ayuda de su familia, Luna llevó su mensaje al pueblo. La gente estaba intrigada por su conexión con la naturaleza.

"Vengan, ¡el viento nos necesita!" - invitaba Luna, mientras las familias comenzaron a reunirse.

El día de la plantación llegó y todos estaban listos con árboles jóvenes en las manos. Al llegar al bosque, Luna sintió el susurro del viento más fuerte.

Al finalizar la jornada, Luna se sintió satisfecha. Los árboles estaban en la tierra y el viento parecía cantar.

"Hicieron un gran trabajo, Luna" - dijo Sam, el colibrí. "Gracias a ti, el bosque tiene una nueva oportunidad".

Al mirar a su alrededor, Luna se dio cuenta de que su amor por la naturaleza podía inspirar a otros. Desde aquel día, Luna se convirtió en la defensora del bosque, compartiendo su conocimiento sobre la importancia de cuidar la naturaleza, y cada vez que escuchaba el susurro del viento, sabía que estaba haciendo lo correcto.

Y así, Luna aprendió que escuchar y seguir el susurro del viento podía cambiar el mundo, un árbol a la vez.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!