El talento del Conejo Divisor


En un lejano bosque de números y operaciones matemáticas vivían la Cebra Sumadora, el Elefante Restador y la Jirafa Multipli.

Cada uno tenía una habilidad especial que los ayudaba a resolver problemas y enseñar a los demás animales del bosque. Un día, llegó un nuevo habitante al bosque: el Conejo Divisor. Era muy tímido y se sentía inseguro porque no sabía cuál era su talento en medio de tantos animales con habilidades especiales.

La Cebra Sumadora, siempre amable y paciente, se acercó al Conejo Divisor y le dijo: "¡Hola! Soy la Cebra Sumadora, puedo sumar cualquier cantidad que me des.

¿Necesitas ayuda con algo?"El Conejo Divisor respondió tímidamente: "¡Oh, hola! Soy el Conejo Divisor, pero no sé en qué soy bueno para ayudar a los demás". La Jirafa Multipli se acercó grácilmente y dijo: "¡No te preocupes! Todos tenemos un talento especial. Seguro pronto descubrirás cuál es el tuyo".

El Elefante Restador se acercó lentamente al grupo y dijo: "Yo puedo restar cualquier cantidad que me pidan.

Si necesitas ayuda para encontrar tu talento, ¡cuenta conmigo!"El Conejo Divisor se sintió reconfortado por las palabras de sus nuevos amigos y decidió quedarse en el bosque para descubrir su habilidad especial. Los días pasaban y el Conejo Divisor intentaba imitar a sus amigos sumando y restando números, pero no lograba sentirse realizado.

Hasta que un día, mientras paseaba por el bosque, vio a unas plantas tristes que no crecían adecuadamente. Se acercó curioso a las plantas y notó que estaban muy juntas unas de otras. Entonces recordó una lección sobre división que había escuchado de la Jirafa Multipli.

Decidió aplicar lo aprendido e hizo divisiones entre las plantas para separarlas adecuadamente. Poco a poco, las plantas comenzaron a crecer sanas y fuertes gracias a la acción del Conejo Divisor.

Los demás animales del bosque lo felicitaron por haber encontrado su talento especial: dividir para multiplicar la belleza de las plantas del bosque. Desde ese día, el Conejo Divisor fue conocido como el Guardián de las Plantas, encargado de asegurarse de que cada una tuviera suficiente espacio para crecer saludablemente.

Y así, entre sumas, restas, multiplicaciones y divisiones; todos los animales del bosque aprendieron una valiosa lección: todos tenemos un talento único esperando ser descubierto para hacer del mundo un lugar mejor.

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